domingo, 27 de febrero de 2011

Viaje a Estocolmo - Capítulo I

Ibuprofeno, una caja. Paracetamol, una caja. Suero oral, dos cajas. Fortasec, una caja.

Jueves 30 de diciembre de 2010, 11:30 horas.

Con el neceser lleno de medicamentos nos dirigimos al aeropuerto. No es el mejor momento, tiempo, período, ocasión, situación, ni la mejor época, etapa, circunstancia. Pero es la única oportunidad.

A las 14:20 horas ya estábamos sentados en nuestros asientos. El avión hasta los topes. Parece que irse a Estocolmo a pasar fin de año es más común de lo que pensaba. Un montón de familias con niños, Erasmus, jovenzuel@s en busca de rollo sueco y una pareja de amantes escondiéndose de sus más que posibles anodinas parejas.

Para los que pregunten por las azafatas. Teoría de Jose: Ryanair escoge azafatas feas para dar sensación de barato.

Sin duda, la pareja de amantes – estoy segura de que eran amantes-, han sido el centro de mi atención todo el trayecto hasta Skavsta. Por la ventana todo oscuro, Europa apagada, ¿qué iba a hacer?. Pues como si de Lady Godiva se tratara y yo fuera Pepping Tom, actué de voyeur todo el trayecto. Extrayendo unas clases prácticas de “Cómo irme con mi amante a Estocolmo a pasar la Nochevieja sin que mi marido se entere”.

La pareja de amantes tendría ya sus sesenta años. Ella con abrigo de piel de zorro, que guardó en la cabina sin miramientos, a lo bruto pilló los pelos del pobre zorro con la puerta y allí quedaron los pelos, colgando todo el viaje. Parecía que llevábamos más de un bicho a bordo.

De espaldas daba el pego. Pantalones vaqueros pitillo con botas altas y camiseta blanca de algodón super ajustada. Sí, daba el pego, con el pelo rubio en una cola alta. Ya de frente, se veía no sólo el paso de la edad bajo esa capa de maquillaje Lancome, sino el paso de amantes, juergas, alcohol y mucho tabaco.

Tenía la típica “cara de fumador,” con esas marcas profundas en los bordes de la boca y los ojos. La textura de su piel era poco saludable y de color amarillento por la ingesta de alcohol que más tarde confirmaría.

Se sentaron separados. Él delante, ella detrás. En cuatro horas de vuelo cayeron por parte de él, unas tres botellas de vino de esas que dan en Ryanair que parecen de juguete. Por parte de ella, más de seis latas de cerveza.

No era la ilusión ni los nervios del viaje, era vicio.

No hablaron prácticamente nada durante todo el viaje, sólo se notaba que iban juntos porque él pagaba lo que ella compraba, prácticamente todo lo que se vendía en el avión.

Cuando quedaba una hora para aterrizar, otro personaje llamó mi atención, dejando a la extraña pareja abandonada a mis miradas. Y es que un homo ibericus, de la especie madrilensis, apareció en escena. Apareció desde diez filas por delante de la nuestra para hablar con tres treintañeras vecinas de asiento. Con la típica frase: “Os he escuchado y yo he estado muchas veces en Stockholm, si me permitís, os voy a recomendar un par de sitios”. Las muchachas, con un acento malagueño más que evidente, aceptaron gustosas sus consejos. A él le ponía la rubia, y las otras dos sonriendo, seguro que tuvieron malos pensamientos. “Otra vez ésta nos corta el rollo”…. Pero chicas, ¿hay algo más triste que irse a Estocolmo y enrollarse con un español?. Si es que todas hemos tenido la amiga rubia que más de una vez hubiéramos preferido que se quedara en casa.

“Remain seated and fasten your seatbelts. We will land at the airport Skavsta”.

El avión aterriza de tres botes y todo el mundo comienza a aplaudir y a gritar. Gritaban el lugar donde deberíamos estar todos a las 00:00 del viernes.

Ya sabíamos dónde NO íbamos a estar. No por nada pero cuando viajamos al extranjero procuramos no coincidir con turistas españoles. Ya tenemos bastantes a lo largo del año como para también juntarnos en nuestros viajes. Como anécdota os contaré que cuando notamos presencia de españoles hablamos en nuestro magnífico inglés.

Aprovechando el momento, deciros que lo de aplaudir en los aterrizajes es bastante estúpido. Por favor, no lo hagáis, o al menos no lo hagáis en mi presencia. Es como si trabajas en la Torre Espacio, bajas en el ascensor, y te pones a aplaudir cuando llegas abajo. Supongo que son los mismos que gritan el que se besen en las bodas….

Son las 19:00 horas y ya estamos en el aeropuerto de Skavsta. Es un pequeño aeropuerto internacional situado muy cerca de Nyköping, a unos 100 kilómetros al sur de Estocolmo. En él te encuentras aerolíneas de bajo coste y compañías de carga. Pequeño y muy bien organizado. Todo se mueve en función de los vuelos de Ryanair.

Cuando salimos del avión, todo nevado, montañas de nieve, nieve y más nieve. Y yo, pensando en Madrid, me preguntaba cómo íbamos a llegar a Estocolmo con las carreteras así. Acostumbrada a una ciudad en la que la lluvia puede ocasionar atascos, paros en el metro y la nieve puede ocasionar que nadie vaya a trabajar, ¿qué otra cosa podría venirme a la cabeza?.

Salimos del aeropuerto y allí estaba nuestro autobús. Flygbussarna Airport Coaches, operan desde el aeropuerto a la Cytiterminalen de Estocolmo. Habíamos comprado los billetes online ida y vuelta sin horario determinado. Problemas los justos era el eslogan de este viaje. Y todo perfecto, chequean los billetes y para dentro.

Increíble el paisaje. Es difícil describir ese paisaje de llanuras inmensas, completamente nevadas. Todos los abetos me recordaban a los que escoltaban las salidas de Heidi con Pedro.

La población dispersa, en pequeños caseríos de paredes rojas y verdes que rompían la blanca monotonía. Los coches circulaban por la autovía a toda velocidad, la nieve no les impide conducir, no paraliza el país. Estamos tranquilos.

Ochenta minutos después estábamos en Estocolmo. Llevábamos un mapa que nos indicaba como ir de la Cytiterminalen al Hotel, otro del hotel a Glamla Stan, otro de Glamla Stan al Ayuntamiento, otro del Ayuntamiento a Södermalm…

Si algún lugar tienes que ir,

Si algún lugar quieres llegar,

Consultemos a mapa…

Soy el mapa,

Soy el mapa, soy el mapa, soy el mapa,

¡Soy el mapa!

Así que saliendo de la Cytiterminalen, tenemos el World Trade Center, cogemos a la derecha Klarabergsviadukten, continuar por Klarabergsgatan, girar a la izquierda en Drottninggatan y a la derecha en Kungsgatan. Total, que fuimos para el lado contrario.

Como una de las aficiones de Jose, es preguntar y si es posible en otro idioma, eso hicimos. Preguntar en inglés a un sueco. Jajajajajaja, la primera en la frente.

Hablar en inglés con un balinés o con un italiano, es fácil porque es como coger a uno del Puerto de Santa María y a otro de Cangas de Onís y ponerles a parlamentar. Se acabarían enterando.

Pero hablar inglés con un sueco….

Jose

Sorry, how can I go to Kungsgatan Street?

El sueco

“You ought to give you around, turn right Klarabergsviadukten, Klarabergsgatan continue, turn left onto Drottninggatan and take the first right onto Kungsgatan”.

Nosotros

“OK, thanks you, bye”.

Y con cara de pollitos le vemos partir, quedándonos solicos en la nieve con nuestras maleticas. Oh my God!! Esto va a ser más difícil de lo que pensábamos, leed lo que nos ha dicho a toda velocidad y decidme. Si parece lo de tres tristes tigres comían trigo en un trigal!!

Que nos dimos la vuelta, habíamos pillado el turn right y el turn left y en menos que canta un gallo, los dos pollitos llegaron al Hotel. Maravillosa aventura. Prueba superada.

20:45 horas, Hotel Rica Hotel Kungsgatan.

Hotel que en España denominaríamos “con encanto”. Se encuentra en la Plaza de Hötorget, en el barrio de Norrmalm. En el mismo edificio del centro comercial PUB. En este centro comercial tuvo su primer trabajo como dependiente Greta Garbo. Nuestra habitación tenía cuatro enormes ventanales, y uno de ellos, tenía un alfeizar donde te podías recostar en mullidos cojines preparados para que admiraras las vistas a la plaza.

Desde esa ventana me gustaba ver el Konserthuset, que es una especie de Teatro Real, donde dan conciertos muy finos.

La primera cena la hicimos en el McDonald's que había frente al hotel. Recién llegados y con -7 grados en el ambiente, no estábamos para buscar otro sitio.

Allí pudimos comprobar que los precios de McDonald’s no son universales. Bastante más caro que en España.

No tuvimos tiempo para ensayar al pedir la comida:

Jose

We want two big mac with Coke Zero.

(Por favor, por favor que nos entienda…..)

Dependienta

Fokgat faleke sgatang är 180 kr.....

Gracias que el visor de la caja ponía los números.... ¿Nos aventuramos a pedir mostaza y kepchup?. Yo desde luego paso sin ello por no preguntar.

Jose

Do you have mustarda please?

Hala Jose vente arriba!! La tía se quedó con cara de “qué me has llamado?”. En ese momento entré en escena para evitar que la “mustarda” cobrara protagonismo y acerté a decir:

Ketchup?

La dependienta señalando a nuestras espaldas dijo tres veces: där, där, där!!

Vale, vale.... ya nos hemos enterado.

Vamonos al Hotel a tomarnos una cervecita y ya veremos.

Y claro la cerveza también hay que pedirla. Pero bueno, eso es más facil, con decir two beers y four one six. Prueba superada.

Pues no. No fue tan fácil. Esta vez no puedo transcribir la conversación porque estaba sentadita, Iphone en mano comprobando los -7 grados de temperatura.

Pero en resumen, Jose se va a pedir las cervezas y cómo sería el lío que se montó, que el camarero acabó preguntándole si era español. Y es que por fortuna, el camarero era chileno!! Jajajajaa bien! Alguien que habla nuestro idioma y al otro lado de una barra, por lo menos no pasaríamos sed.

Hugo, por si te ha dado por leer esta Crónica, muchas gracias por tu hospitalidad y tus consejos. Esperamos volver a encontrarnos.

Tras la cerveza y la charla con Hugo, a la camita. Mañana será otra aventura.

Viernes, 31 de diciembre de 2010

08:30 horas. Por alguna extraña razón el despertador de Iphone no funciona. Gracias a mi despertador interno no amanecimos a las 11 de la mañana.

La plaza estaba cubierta de nieve pero con mucho bullicio. Había un mercado de flores, en su mayoría tulipanes y narcisos. Casi todas las flores eran amarillas, el color de la flor de Navidad entre los suecos. Según me contaron, es muy usual regalar flores a los amigos o vecinos cuando te invitan a su casa. Me encanta. Debería ser una tradición aquí también. Qué bonito un ramo de margaritas, que son tres euros de nada y qué alegría dan en cualquier estancia.

El desayuno, espectacular para los comilones. Para mí que llevaba una semana con suero oral y pequeñas dosis de arroz blanco, no era de mi ayuda. Me tiré directamente al yogurt, te rojo y unas manzanas para llevarme en el paseo.

Allí no había más españoles, casi todos eran turistas rusos, algún alemán, francés y dos italianos.

Yo, que nunca desayuno, hice acto de presencia pero como mero trámite.

Café, té, cacao, zumos, pan francés, pan tostado, fruta, mermeladas, mantequilla, yogurt, especias, albóndigas, bacon, huevos, cuatro tipos de salsas, costillas, carne de reno asada, arenques…. Así estaban todos, con esas lorzas. Y es que por ahí por Europa, qué lorzas tienen tod@s ¿verdad?.

Y es que yo tengo un trauma con el desayuno. Recuerdo que mi madre, como yo era un fideo, siempre me comparaba con una amiga que era obesa – porque para mí era obesa, no gordita- y me decía, “que guapa está, claro desayuna bien no como tú”. Tenía miedo al desayuno, ¡me daba miedo desayunar!, pensaba que acabaría sujetando mis tetas con la barriga. Y por eso nunca desayuno.

Mochila, cámara de fotos, dinero, fortasec, mallas interiores, doble calcetín, botas, camisetas térmicas, jersey térmico, abrigos, bufandas, gorros, orejeras, guantes y listos.

-3 grados. Empieza bien el día. Dirección Gamla Stan.

10:00 horas. Las calles que nos llevan a Gamla Stan parecen la Calle Fuencarral en su tramo peatonal. H&M, Zara, Accesories, más H&M… En los cruces de calles dos leones tumbados nos van indicando el camino. Impresionante el respeto a los peatones, cada semáforo tiene un botón para poder cruzar, y ¡SI! funciona!. Los coches se paran.

En toda la estancia no escuché ni una sola bocina. O los coches no están provistos de bocinas o los conductores no las utilizan como apéndices de su mano.

La decoración navideña es austera, elegante, bonita. Todo está en su sitio y hace el efecto para el que está destinado. Las luces son blancas y con guirnaldas verdes. La decoración de puticlubs poligoneros que tenemos en Madrid sería impensable.

Las casas están muy acondicionadas para soportar las temperaturas locales, hay muchas que tienen grandes paramentos solo de cristal, que propician la entrada de luz en la vivienda. Todas tienen un candelabro frente a las ventanas en forma de triángulo, que por las noches hace un efecto muy mágico. Algunas casas se ven con la mayor parte de los paramentos exteriores de cristal, pudiéndose ver desde el exterior, tanto el mobiliario como a sus habitantes haciendo su vida normal, como si estuvieran en “un escaparate”, y solo tienen separaciones en cocinas y baños.

A mí eso de que no sepan lo que son las cortinas ni persianas no me gusta. Además en el IKEA venden cortinas, por caro no será.

De repente nos encontramos con la Ensenada Riddarfjärden, situada al este del lago Mälaren. Está completamente dentro de Estocolmo, entre los barrios Marieberg, Kungsholmen, Norrmalm, Riddarholmen y Gamla Stan por el norte, y Södermalm y Långholmen por el sur.

Aquí encontramos una de las más hermosas imágenes de las islas, con el canal que rodea el Palacio Real totalmente congelado. Dejamos atrás Norrmalm y entramos en la Ciudad Vieja por el puente Riksbron, uno de los 57 que tiene la ciudad para cruzar de isla en isla. Es el puente nacional, lo llaman así porque este puente con tres arcos está próximo a varios edificios de interés nacional como son el Riksdagen, el edificio del parlamento; Rosenbad, la oficina del primer ministro y la cancillería del gobierno; y Casa de Sager, residencia oficial del primer ministro.

Pasando este puente y el siguiente, llamado Stallbron, está la Plaza de Mynttorget, allí nos hizo mucha gracia un señor, que vestido de Papá Noel, tenía un puesto de vino caliente. La gracia era que decía vino caliente en varios idiomas. Lo grabamos con el móvil porque era impresionante, como ponía su acento a cada idioma.

Hot wine, Glühwein, vin chaud, vin brulè, vino caldo, vino caliente!!!

Obviamente probamos ese jarabe. Tengo la receta por si alguien quiere probarlo. Aunque lo dudo, porque no sociabilizo con abstemios.

Y entramos en Gamla Stan. Es una pequeña isla que está en el corazón de la ciudad. La zona más turística. Está llena de callejuelas estrechas adoquinadas, con edificios de colores, volviendo a ver numerosas gamas de amarillos y muchos cafés, chocolaterías, tiendas de artesanías y souvenirs. Dicen que es uno de los núcleos urbanos medievales más grandes y mejor conservados de Europa. Aquí se fundó Estocolmo en 1.252.

Detrás de las fachadas aún se pueden ver sótanos abovedados y pinturas al fresco de la Edad Media.

Nos encontramos fortuitamente, mientras buscábamos la calle más estrecha de Estocolmo, con una de las plazas más bellas que he visto en la vida. Síndrome de Stendhal, absoluto. Es el punto central desde el cual sale Köpmangatan, la calle más antigua de Estocolmo, mencionada ya en el siglo XIV. Estamos ante la Plaza de Stortorget. En la parte central de Gamla Stan. Donde comenzó la historia de Estocolmo hace 750 años.

Allí están los edificios más antiguos que datan de la Edad Media, con colores rojos, amarillos y verdes.

En el pasado, la vida de la ciudad giraba alrededor de esta plaza.

Es conocida por su mercado navideño anual, que tiene comidas típicas y artesanías suecas. Cuando llegamos ya no vimos el mercado. Aún así era un sitio precioso.

Allí también está el edificio de la bolsa, Borshuset, donde ahora reside la academia sueca, el museo Nobel, y la biblioteca Nobel. También hay un pozo en el centro, que antes proporcionaba agua a toda la pequeña ciudad, que cabía en la isla de Gamla Stan.

Avanzando por una de las callejuelas que salían de la plaza, llegamos al Palacio Real. Son las 12:00 horas y comienza el cambio de la guardia real.

Es la residencia real más grande del mundo, con una habitación más que Buckingham. Y para variar, los monarcas no viven allí, se les paga otra residencia a las afueras, el Palacio de Drottningholm.

El Palacio de Estocolmo está situado en la zona llamada Stadsholmen y a su lado está el Parlamento Sueco.

Nosotros nos pusimos en el ala oeste bordeando el patio de la guardia, que en su idioma del diablo se llama Högvaktsterrassen.

Aquí se acabó el mito sueco. Yo esperaba ver esos militares altos, rubio, ojos claros, recios… y vaya… son altos, pero tienen la piel del color del jamón york, muy poco agraciados. Para ser claros, había más Ibrahimovic que Ljungberg. La verdad es que Ljungberg no ví ninguno.

Fue un error parar a ver el cambio de guardia porque nuestros pies comenzaron a notar los efectos del suelo cubierto de nieve, dejamos el cambio de guardia y nos dirigimos a la Catedral, que está justo detrás.

Aunque hay varias iglesias dignas de visitar, sólo accedimos a la Catedral Nacional de Suecia, conocida como Storkyrkan o Sankt Nikolai kyrka, es la iglesia más antigua de Estocolmo y la sede de la diócesis de Estocolmo.

La iglesia figura por primera vez en una fuente escrita en 1279. Tras la reforma protestante, se convirtió en una iglesia luterana en 1527 y en catedral en 1942.

La iglesia, solo tiene una torre, está construida con ladrillo repellado y sus muros pintados de amarillo con detalles en blanco. Su estilo original corresponde al gótico del siglo XIII, pero el exterior fue remodelado de manera importante en estilo barroco cerca de 1740 por el arquitecto Johan Eberhard Carlberg.

Impresionante una imagen de madera de San Jorge y el dragón, del siglo XV. Es un relicario, que contiene las supuestas reliquias de San Jorge y otros santos. También pudimos ver la pintura más antigua de la ciudad de Estocolmo, de 1520.

Había un Belén tallado en madera y me sorprendió en un primer momento la algarabía que habían montado allí los turistas, luego agradecí poder estar cómoda, haciendo fotos y disfrutando del lugar y no viendo el mercadeo católico que se ha instaurado en las catedrales de nuestro país.

Bonita, lo que se dice bonita no es. Y me parecía más grande cuando retransmitían la boda de Victoria y el entrenador.

Allí tuvimos un momento delicado como diría nuestro amigo Moya. La cámara comienza a quedarse sin batería. Y aunque había insistido en que en la maleta, Jose metiera el cargador, él decidió no meterlo porque para qué, nuestra cámara aguanta mucho. Por un momento sentí el mismo impulso que San Jorge y me hubiera cargado al dragón.

Tener una bronca en una catedral luterana sueca es algo que muy poca gente puede decir que ha hecho.

Partiendo de allí, encontramos la callejuela Mårten Trotzigs gränd, que inicialmente estábamos buscando. Es la calle más estrecha de Gamla Stan, tiene solo 90 cm de ancho en su parte más angosta.

Ya era hora de comer y la guía recomendaba irse a Södermalm. Decía que había numerosos restaurantes y que era una zona de ocio y reunión para visitantes. Nosotros lo que nos encontramos fue una calle que empezaba como Bravo Murillo y acababa como Arturo Soria. Hay más bares en mi calle que en Södermalm.

Solo encontrábamos fast food. La gente con una temperatura de -3 o -4 grados comiendo hot dogs en la calle, döner kebab, pizzas, todo lo que se puede comer en la calle.

Luego entendí que para ellos la calle es un lugar de paso. Los suecos, comen en su casa, cenan en su casa y quedan en su casa. Pueden salir a tomar un café, un chocolate con los amigos, pero las comidas y las cenas fuera son ocasionales.

Mi pie derecho tenía frio, comenzaba a dolerme un poco y amenazaba con fastidiar el día, así que el objetivo estaba claro: el primer sitio donde encontremos un lugar donde comer algo, entramos.

Encontramos un lugar, parecido al Mercado de San Miguel, el Södermalm Saluhall. Tenía anexos algunos pequeños locales de comidas y entramos en uno. La carta en sueco. Sólo entendimos Caesar sallad y biff med potatis och paprika, así que fue lo que pedimos. Nada especial. Muy caro para la calidad que ofrecian, cualquier bareto de menús de Madrid es mejor.

Tuvimos intencion de ir al baño pero era una misión imposible. Además de pagar 20 kr. (2 euritos) tenías que mandar un SMS para que te dieran el código de apertura. Obviamente, en una cultura como la nuestra, que meamos en cualquier sitio, eso es impensable. Lo de pagar, lo llego a entender pero lo del SMS me ha parecido absurdo.

No me gustó nada Södermalm. Quizás llevabamos la mañana entera caminando y no fuimos capaces de llegar al sitio adecuado. Decidimos coger el metro y fue toda una experiencia. Sólo hay tres líneas, por lógica pensamos que era como el metro de Valencia que tenías que decir dónde ibas para pagar el billete. Así que ni cortos ni perezosos digimos el nombre de nuestra calle Kungsgatan Street please”, pensando que el amable joven que estaba en la ventanilla nos indicaría la parada de metro más próxima y nos vendería el billete para esa parada. Pero el mozo, sin darse cuenta que no teníamos ni idea, entendió Kungsträdgården que es como decir Móstoles, y nos cobró más de 4 euros por cuatro paradas de metro.

Esta última etapa de la mañana, fue agotadora y poco divertida. Llegamos al Hotel sobre las 16:00 horas y nos echamos una siestecilla. Ya era noche y aún quedaban muchas horas para el siguiente evento: el Absolut Ice Bar y "nuestra Nochevieja".

……

(Continuará)


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