domingo, 27 de febrero de 2011

Viaje a Estocolmo – Capítulo II, Un cuento de Navidad

Viernes, 31 de diciembre de 2010 – Un cuento de Navidad


Que gusto da levantarse de una siesta en Estocolmo. No sé por qué es diferente, simplemente lo es.

Nos fuimos a hacer tiempo al bar del Hotel con Hugo. Nos invitó a un té y estuvimos charlando de la idiosincrasia sueca, la crisis en España y algunas anécdotas de los españoles que se han alojado en el Hotel.

Estuvimos hablando de la famosa frase “hacerse el sueco”. Había diferentes teorías. Yo os voy a pasar el link de un texto de Fernando Álvarez Montalbán llamado Estereotipos culturales en el lenguaje popular español. Hacerse el sueco.

Merece la pena leerlo.

http://archivobiblioteca.files.wordpress.com/2009/03/hacerse-el-sueco.pdf

A las 20:15 horas teníamos una cita en Vasaplan 4, en el Absolut Icebar Stockholm, la primera barra de hielo permanente en el mundo. Las entradas ya las habíamos comprado online para evitar colas.

Todo está hecho de hielo del río Torne, en la región de Laponia al norte de Suecia. Ahora hay uno hasta aquí en Madrid. Estaba a 10 minutos del Hotel. Está dentro del Nordic Sea Hotel. Llegamos muy pronto y accedimos sin colas. Enseguida nos pusieron unos ponchos enormes con guantes y gorro, que parecían de Star Wars. Allí la chica de la entrada nos puso en la puerta de acceso y nos dijo algo, que obviamente no entendimos.

Nos metimos en un pasillo y la puerta que estaba tras nosotros se cerro. Enfrente teníamos otra puerta y pensamos, que cuando se cerrara una, se abriría otra. Pero no.

Esperamos. Pensamos. 1..2…3…4… 60… 120… segundos… 180… 240… mirábamos a los lados, sonreíamos, pero allí no se abría nada. “Eh, que se nos consumen nuestros 40 minutos ahí dentro!!!”.

De repente, se abre la puerta trasera y vemos a la chica, que nos mira con sorpresa, y debe pensar: “Dumb & Dummare”, o lo que es lo mismo, ”dos tontos muy tontos”. Entran un grupo de chicos, se acercan a nosotros y tocan un botón que está a mi derecha... voalá, se abre la puerta.

Y es que somos así, sencillos….

El local es llamativo, pero muy pequeño. Efectivamente todo es de hielo menos el techo y el suelo. Con la entrada te daban un cóctel de vodka Absolut que tenías que elegir de entre unos diez diferentes. Yo elegí uno llamado Absolut Antártida que llevaba Fruta de la Pasión, naranja y no sé que más cosas; José uno con tónica, fiel a sus principios. El vaso era un medio tubo hecho de hielo. La barra, la única silla y la única mesa, eran de hielo, pero no hacía tanto frío como yo me imaginaba. Supongo que el frío exterior ya me había hecho acostumbrarme a esas temperaturas. Dentro del bar hay -5 grados para mantener el hielo.

La verdad que yo me hubiera tomado cuatro o cinco cócteles más porque estaba exquisito. Nos pasamos los 40 minutos haciéndonos fotos, y tocando todo. Es un sitio estupendo y totalmente recomendable. Jose quiso panear tanto su bebida que casi no le da tiempo a acabarlo. A los 40 minutos ya teníamos que salir, y obviamente fuimos los últimos porque nos hacíamos los remolones.

Cuando salimos, estaba ocurriendo un fenómeno esperado y deseado: estaba nevando. Nos quedaban tres horas para acabar el año.

A mí la nieve nunca me ha gustado porque el hecho de quedarse incomunicado en mi pueblo hacía que no pudiera ir a clase, no pudiera llegar el pan, no subieran ni bajaran los coches. En definitiva estuviéramos incomunicados con todos los problemas que eso conlleva en una aldea.

Aquí en Madrid, la nieve no incomunica pero es muy pesada. Además Madrid no está preparada para agua ni para la nieve por lo que es habitual, en estas condiciones, ver cubos en el metro porque caen goteras o gente resbalándose por la calle.

En Suecia está prohibido usar cadenas y echar sal por sus repercusiones ambientales. Como alternativa utilizan grava en los caminos para los viandantes y obligatoriedad de neumáticos de invierno en los vehículos durante un intervalo de tiempo anual fijado por el gobierno.

La decisión estaba clara, nos íbamos a Gamla Stan. Si encontrábamos un sitio para cenar, estupendo. Si no lo encontramos nos pillamos unos sándwich en un 7 Eleven. Sin problemas. Lo que queríamos era estar allí, disfrutar y sobre todo acabar el 2.010 muy lejos de Madrid.

Caminábamos por Drottninggatan y nevaba muchísimo. Cada ciertos metros nos quitábamos la nieve de encima para que no calara. El paraguas no servía porque te impedía admirar esas calles sacadas de un libro de cuentos.

Y es que esta es la Navidad que yo siempre había soñado: ciudad, luces, nieve, Papá Noel, abetos, chocolates, velas….

Nunca he tenido Navidad como ahora entiendo la Navidad. Mi familia no es de reunirse, celebrar, adornar ni festejar. Por lo que las navidades siempre han sido meros trámites.

Este momento era mágico. Íbamos embobados por las calles. Ni siquiera pensábamos en cenar. Cuando ya habíamos pasado varios restaurantes de Gamla Stan, pensamos que era el momento de preguntar por la cena. En todos los que entrábamos la palabra era FULL.

Cuando ya lo dábamos por perdido, en Västerlanggatan, encontramos el Glenfiddich Warehouse, donde nos ofrecían una mesa. Menú de Nochevieja, tres veces más caro que en España. No nos estábamos gastando mucho en comidas, así que entraba en presupuesto. Adelante.

Menú de Nochevieja en Estocolmo

Entradas

- Velvety, accompanied by rosemary roasted ceps and a Wästerbotten cheese filled puff pastry. (Tostada acompañada de romero y un queso Wästerbotten lleno de pasta de hojaldre)

- Pickled Baltic-herring. (Escabeche de arenque del Báltico)

- Laxtartar toppad med räkor och en bakad dillcrème toppad med löjrom. (Tarta de salmón cubierto con camarones y una crema de eneldo al horno con huevas)

- Vildsvinsterrin Späckad med kastanj och smak av gin. Serveras med hembakat kummintunnbröd och lingonsirap. (Terrina de jabalí repleto de castaño y el sabor de la ginebra. Se sirve con pan casero comino plana y el jarabe de arándano).

- Rökt Renhjärta I tunna skivor på en spröd sallad, rostad schalottenlök och äppeldressing med en ton av Glenfiddich Caoran. (Corazón de reno ahumado con rodajas finas en una ensalada fresca, tostada y chalotes salsa de manzana con un toque de Glenfiddich Caoran).

Primero

- Gösfilet. Halstrad, med en pikant rosmarin- och vitlöksdoftande grönsaksragu, potatisstomp samt friterad purjolök. (Filete de lucioperca a la plancha, con un guisado picante con vegelates de romero y el ajo con aroma, puré de patatas y puerro frito.

Champagne och ananas sorbet. (Sorbete de champán y piña)

Segundo

- Renytterfilet Grillad, med en mix av babyspenat och Karl Johansvamp, potatiskaka samt en rödvinsreduktion med inslag av svarta vinbär och kakao. (Solomillo de reno, a la plancha, con una mezcla de espinacas y setas y pastel de patata y una reducción de vino tinto con notas de grosella negra y cacao)

Postre

- Crème Brûlèe Med björnbär i stjärnanishonung. (Crème brûlée con moras, anís y miel)

- Cinnamon and cardamom flavoured compote. (Compota de canela y cardamomo)

- Sorbet Hallonsorbet med vit chokladmousse, pistageströssel och biscotti. (Sorbete de frambuesa con mousse de chocolate blanco, pistacho y galletas).

- Hembakad ostkaka. Smaksatt efter småländska traditioner. Serveras med hjortronzabaglione och hallonsås. (Pastel de queso hecho en casa con sabor a almendras. Servido con sabayón nube de bayas y salsa de frambuesas).

- Två sorters Tryffel En mörk whiskyspetsad. En ljus med mandel och smak av amaretto. (Dos tipos de trufas con whisky, almendras y el sabor de amaretto.


Bueníiisiiimooo. Estupendo menú. Excesivamente caro pero buenísimo. Además, aunque ya habíamos comido anteriormente platos suecos, tuvimos la oportunidad de probar otra vez esa mezcla de sabores tan original y que a mi me sigue dando mucho respeto.

Mientras cenábamos veíamos la calle, seguía nevando y la gente iba pasando de camino a la Ensenada Riddarfjärden, donde esa noche cambiaríamos de década.

La cena fue tranquila, muy tranquila y muy bien servida. Aprovechamos a “limar asperezas” agudizadas en este 2.010 y aunque me hubiera tomado un buen vino, fumado un cigarro y tomado una copa… no lo pude hacer. El alcohol en Estocolmo es prohibitivo y la Ley Antitabaco respetada. La gente salía con tranquilidad a la puerta a fumarse su cigarrillo.

A mí me gustó el sistema del alcohol a pesar de echar de menos tomarme una cañita.

Voy a aprovechar para comentarlo, deseando que aquí se pudiera establecer algo así para evitar el drama del alcoholismo que sufren muchas familias. Sólo las tiendas del monopolio estatal Systembolaget (literalmente ‘la compañía del sistema’) pueden vender alcohol de más de 3,5%. Cuentan con un estricto horario. En general, cierran a las seis de la tarde los días de diario (a veces algo más tarde los jueves y viernes) y a las tres de la tarde los sábados. Cierran hasta el siguiente lunes.

El sistema está pensado para controlar el abuso de alcohol. Además del horario limitado, los dependientes no venden alcohol a los clientes si piensan que ya se encuentran bajo la influencia de la bebida, si no pueden verificar su edad o si piensan que el cliente está comprando en nombre de terceros. Sólo los mayores de 20 años pueden comprar.

Una vez acabamos de cenar, cigarrito en la puerta y para Riddarfjärden. Maravilloso. Repito, un cuento de Navidad. De película. Una calles angostas, con esas luces, la nieve, la gente tan entusiasta de camino a la ensenada. Los edificios destacaban aún más su color, verdes, rojos, amarillos, con sus guirnaldas y sus candelabros en las ventanas.

La nieve no molesta, cae encima con una suavidad similar al algodón. Y me encanta pisar la nieve, nunca había pisado la nieve con tantas ganas, aunque hubiera un caminito limpio, yo iba por la nieve. Crash crash crash, me encantaba ese sonido de la bota sobre ese manto de nieve virgen.

Desde luego, voy a empezar a ver la nieve con otros ojos, recordando esa noche.

Caminamos del brazo, extasiados, como dos bobos. Ha sido un año duro y eso se nota.

Jose decía que se habían alineado los planetas y que era la conjunción perfecta. Y lo era. Llegar a la ensenada, dejar atrás Gamla Stan, ver Södermalm., Skeppsholmen… los barcos amarrados esperando las 00:00. Todo el mundo en la calle, cochecitos de bebés incluidos. Y allí en la Bahía del Mar Báltico, llegaron las 00:00. Los barcos hicieron sonar sus sirenas, y aunque el rito de las uvas es muy entrañable, el sonido de las sirenas de los barcos, seguidas de los fuegos artificales fue muy especial.

Los fuegos tampoco eran gran cosa después de ver la Nit del Foc, pero hacía tiempo que una situación no me resultaba emocionante, romántica, conmovedora, vistosa, apasionante, emotiva, sensacional.

En ese momento me olvidé del 18 de agosto, del 1 de septiembre, del 9 de octubre, del mes de noviembre, del de diciembre, de todo lo que se venía encima en este 2.011. Y pedí un solo deseo, que aglutina todos: tranquilidad.

Nos volvimos caminando al Hotel. Despacio, saboreando el momento como a nosotros nos gusta hacer. Viendo todo, apreciando los detalles y hablando. Llegamos a las 02:00, nos pillamos unas coca colas en el 7 Eleven, hielos en recepción y abrimos nuestra botellita de Ballantine’s. Dos cubatas recordando todo el día que habíamos pasado y pensando que aún nos quedaban 30 horas para aprovechar en Estocolmo.


Sábado, 01 de enero de 2011

Amanecer en otro país el día de Año Nuevo siempre me ha encantado. Sonará snob pero tod@s sueltan frikeces por las redes sociales, no voy a ser yo menos.

Madrugamos un poquito para aprovechar el día, hoy toca visitar el Ayuntamiento. Salimos del Hotel, ya como si conociéramos la ciudad perfectamente. Sin dudar Kungsgatan, Vasagatan y a la derecha. Como dijo don Pelayo, “adelante mi escudero que mi caballo pie alla”.

Había nevado toda la noche y estaban las calles llenas de quitanieves. Enormes máquinas quitaban toda mi nieve y la tiraban al lago. ¡Desgraciados! ¡no veis que le estáis quitando todo el encanto!.

De camino hicimos una parada en la Cytiterminalen para coger los horarios del autobús de vuelta al aeropuerto y comprobar desde que zona salía. Allí pudimos ver los cuadriculados que son para todo, todo filas, todas en su sitio, cada autobús con una puerta de embarque propia, y sobre todo las consignas. Habría más de 500 consignas y ninguna rota. Los que soléis viajar en autobús, entenderéis porque lo digo.

Después de pagar dos euritos por un pis continuamos paseo.

(De verdad, si vais a Estocolmo id meados porque lo de los baños públicos es de escándalo. Y esa mañana prometía acudir más de una vez).

Seguimos caminando y como ya íbamos muy confiados, nos equivocamos de puente y acabamos en Gamla Stan. Allí de nuevo S.O.S. S.O.S.. un baño por favor. Qué le vamos a hacer, llevábamos ya muchos días malos y bastante estábamos aguantando. Pero ya seguir pagando como que no entraba en nuestros planes, así que nos metimos en una chocolatería estupenda, llena de cookies y muffis. La decoración era muy personal y todas las tazas estaban decoradas con dibujos navideños. Allí coincidimos un grupo de españoles y sigo diciendo que no estamos para sacarnos de casa. No me extraña que el PSOE de Asturias niegue la presencia de Ryanair en Asturias para evitar que llegue el turismo low cost y sobretodo para que los asturianos no salgan.

Si es que no deberían dejarnos salir a ninguno de España. Gritos, alboroto; y lo peor, cuando ya me tocan la moral. Me voy toda tranquila al baño y, ¿quién me aporrea la puerta nada más entrar?, una española. Al grito de ¿está ocupado?!, pero ¿será idiota?, ¿quién te va a entender?. Ains que todavía estamos en la época de los baños en Palomeras….

Aunque el sitio era bonito, era un poco incómodo por pequeño y concurrido, así que repuestos salimos hacía Kungsholmen, una isla que está sobre el Lago Mälaren, y donde se encuentra la gran mole de ladrillo que es el Ayuntamiento, el Stadshuset.

No paraba de nevar, una tormenta que había que no pudieras apenas ver delante de ti.

El Ayuntamiento es tremendo, llama mucho la atención su impresionante arquitectura y decoración, aunque estéticamente, para mí no es nada agradable. Podría decirse que es uno de los principales ejemplos de edificación en estilo nacional-romántico. Diseñado por el arquitecto Ragnar Östberg, se inauguró en la víspera de San Juan en 1923. Dicen que su estructura la forman ocho millones de ladrillos y tiene una torre de 106 metros donde en la parte más alta se puede ver el escudo de armas nacional sueco con tres coronas.

Desde la torre se debe ver una panorámica de la ciudad impresionante, pero sólo está abierta en primavera y verano.

En la llamada Sala Azul se celebra el banquete del Premio Novel, que lo llaman Nobelfesten. Decidimos no entrar porque la verdad, tampoco nos interesaba mucho. Parece que hay una sala que se llama Sala de Oro, que tiene las paredes decoradas con mosaicos de oro, y que es donde luego se van a echar los bailes los premiados y los reyes y el resto de cortesanos.

Estuvimos todo el tiempo esa tormenta de nieve espectacular. En el patio del Ayuntamiento están dos esculturas de Carl Eldh, The Dance, justo en la orilla del lago Mälaren, con unas vistas de Söder espectaculares.

Desde allí también se puede ver el palacio Kristineber, los edificios art deco del centro de la isla, y los primeros apartamentos ultra funcionalistas, que maximizan la utilidad de muy pocos metros cuadrados.

Ya era la hora de comer, toca Macdonals en la habitación y una buena siesta. Hace un frío que pela y apetece.

Ya entrada la tarde, y por supuesto, con la oscuridad de la noche encima, nos dimos un paseo por toda la calle Kungsgatan, dirección Skeppsholmen. Paseamos hasta Stureplan, nombre de una plaza y un barrio en el centro de Estocolmo, entre Norrmalm y Östermalm. Es la zona de diversión de la Jet de Estocolmo, restaurantes caros, discotecas y tiendas exclusivas. Por allí es por donde van de marcha los jóvenes de clase alta, famosos, y los hijos de la del rey Gustavo.

Skeppsholmen es una pequeña isla, entre Stadsholmen y Djurgarden. Alli se encuentran museos recomendables como el Moderna o el Arkitekturmuseet.

Pudimos ver de cerca el barco Af Chapman. Yo pensaba que era un barco de vela y punto. Pero luego me enteré que es un albergue. Lo ponen como el más famoso albergue de Europa y probablemente del resto del mundo.

Era noche cerrada y en ningún momento tuve sensación de inseguridad en aquella isla que era todo parque.

Finalizado el paseo nos dirigimos a Gamla Stan (como no) a tomar un chocolate y un pastel atravesando la calle Strömkaken y cruzando el puente Strómbron.

Nos fuimos a una coqueta chocolatería de la calle principal y como ya dominábamos el inglés pedimos un buen chocolate con un delicioso pastel de chocolate. La chocolatería era pequeña, y como eran las nueve de la noche sólo estábamos nosotros, unos franceses y unos italianos…. Qué raro ¿verdad?. A los franceses les entretuvimos un rato porque nos sentamos en un reservado que parecía una pequeña capilla con un arbolito de navidad, y allí comenzamos a intentar hacernos fotos con el automático de la cámara.

Patéticos jajajajaja, casi tiramos la mesa, el chocolate, las sillas. Pero al final conseguimos hacer la tan ansiada foto y tres o cuatro off record.

La última noche en Estocolmo. Volvimos al hotel caminando muy despacito y pisando mucho la nieve, aún recuerdo la sensación en las botas, el sonido y el olor de esas calles. Me encantó. Me gustó tanto que todos los días lo recuerdo como algo muy especial e inolvidable.

Nos despedimos de las luces, de Gamla Stan, de las de Drottninggatan y llegamos al Hotel. Pero no podíamos entrar todavía. Era imposible.

Nos dedicamos a pasear por las calles cercanas a Kungsgatan. Me encantan las tiendas suecas.

Si es que IKEA es mi segunda casa, y Oomuombo, Ordning&Reda…. Algunos bares tenían hilo musical a la calle, en uno escuchamos “Por Elisa” de Sergio Dalma. Pero nuestra sorpresa sería cuando al doblar una esquina comenzamos a escuchar a Glenn Miller. In the Mood, Pensilvania 6-5000, Chattanooga Choo Choo…. En un principio no sabíamos de donde salía esa música, mirábamos a todas partes porque queríamos entrar donde fuera, sería un cierre de viaje estupendo ¡con una Big Band!!.

La música provenía de un piso donde había una fiesta, lógicamente privada. ¡Qué envidia!. Siempre que querido hacer una fiesta con temática de los años 30-40, Benny Goodman, Tommy Dorsey, Artie Shaw y como no Miller. Recordar a Lana Turner, Spenser Tracy, James Stewart, Robert Taylor, Clark Gable, Katharine Hepburn, Joan Crawford, todo un gusto.

Regresamos al hotel pensando en la organización de esa fiesta. Aunque me conformo con un baile de Fin de Año con Big Band. No podíamos retrasarlo más. Visita al Seven Up, cocacolas y a terminar nuestro Ballantine’s.

Me senté junto a la ventana y si cierro los ojos aún veo cada detalle de aquellos edificios, de la plaza, de las luces, las estrellas y el vaho de la respiración de la gente que tranquilamente cruzaban la calle.

Última noche.

Domingo 2 de Enero de 2011 - Últimas horas


09:00 horas. Nueve horas y media para cerrar una etapa a 3.163 kilómetros de casa.

Desayuno lento, como si nuestra lentitud fuera la del tiempo. El tiempo corre igual aunque intentemos pararlo. Miré todos los detalles de ese hotel. Lo tengo en la memoria para siempre.

Fuimos a pagar. Recogimos el equipaje y salimos a la calle. Qué bonita estaba la plaza, era domingo y estaba llena de vendedores de antigüedades, o de gente que llega a vender las cosas que ya no quiere en su casa, de segunda mano. La gente viene a comprar unos accesorios con toque antiguo para mezclarlos en su casa con sus muebles modernistas de diseño sueco, funcionalistas pero minimalistas. Allí encontramos un libro infantil de editado en 1.945 para Carolina. Que creo que como no venga a recogerlo me lo voy a quedar (;-)) Cuántos niños desde entonces habrán cogido ese libro y leído las aventuras de sus personajes…

Caminamos Kungsgatan, ya en sentido contrario hasta la Cytiterminalen. Pasamos por delante del Ice Bar y qué penita… me tomaría gustosa otro cóctel de Absolut.

Dejamos las maletas en la consigna y nos fuimos a hacer unas compras. ¿A dónde vamos?, sin dudarlo, al mismo sitio de siempre. Ya me despedí de noche pero quiero despedirme de día.

Teníamos pensado ir al Museo Vasa, pero la verdad, ver un barco tampoco nos emocionaba, así que de tiendecitas a Gamla Stan.

Allí compramos unos recuerdos, los de siempre: camisetas, renos, imanes y como no, un dibujo para colgar en lo que he dado en llamar “mi pasillo de los viajes”. Estaban todas las tiendas llenas de muñecas de Pippi Calzaslargas. Si llego saber que eran los dibujos infantiles preferidos de mi amigo Màxim, le hubiera comprado una.

Y ya se acabó, a las 14:00 horas había que coger el autobús que nos llevara al aeropuerto de Skavsta. Hicimos multitud de fotos, grabamos como si no fueramos a ver nunca más todo nuestro alrededor, un abrazo, un beso y a coger el autobús.

Allí en la estación hablamos poco, directamente al autobús que a su hora en punto arrancó.

Sólo queda decir QUE BONITA CIUDAD.

En el trayecto Estocolmo-Skavsta seguimos bastante callados, grabando el paisaje. Campos nevados, enormes, con grandes casas con fachadas rojas. Abetos y más abetos.

Cuando llegamos al aeropuerto, nos tocó esperar bastante hasta que se abrieron las puertas. Luego nos pusimos a comer y ehhhhh!!!! ¿Quiénes estaban en la barra hinchándose a cerveza y con un taburete en medio que los separaba?.

Quiénes iban a ser…. Los dos amantes!! Ella esta vez llevaba el mismo vaquero ajustado con botas altas de tacón puteril y una camiseta negra con arañazos como si la hubiera atacado Currupipi en un acceso de pasión.

Allí estaban, hinchándose a cervezas como os he dicho, y ella cada dos por tres acercándose a la zona de fumadores.

Allí coincidimos en uno de nuestras visitas al lugar.

Me apetecía preguntarle ¿qué? ¿de finde eh? ¿el viejo bien verdad?. Qué cosas…

Y seguro que su marido estaba en el Flowers, porque a ese tipo de mujeres le pega un cliente de Flowers.

El avión sufría retraso. En Barajas había problemas con el tráfico aéreo. Una hora de retraso, 19:30 horas. Pensé en César Cabo. Siempre que pienso en los controladores prefiero que se me venga él a la cabeza que su compañera de Baleares, al menos me provoca una sonrisa de "satisfacción".

La mujer en la fila y dos personas por detrás estaba él. Me encantaría saber la historia de esos dos “enamorados” que se van a escondidas a Estocolmo.

19:45, el comandante Marcos Martínez de Irujo, despega el avión. Viaje rápido, con vistas nocturnas de la vieja europa, sueño y a pesar de la tristeza por no poder permanece un poco más alejados del día a día, en la mente sólo un pensamiento: ver a Little.

23:35, aeropuerto de Barajas a coger el metro y a nuestra casita. Habíamos comenzado 2.011 muy lejos y espero poder acabarlo también muy lejos.

Pues este ha sido nuestro viaje a Estocolmo. Por todo será inolvidable. Como os decía, no era el mejor momento, tiempo, período, ocasión, situación, ni la mejor época, etapa, circunstancia. Pero era la única oportunidad.

Viaje a Estocolmo - Capítulo I

Ibuprofeno, una caja. Paracetamol, una caja. Suero oral, dos cajas. Fortasec, una caja.

Jueves 30 de diciembre de 2010, 11:30 horas.

Con el neceser lleno de medicamentos nos dirigimos al aeropuerto. No es el mejor momento, tiempo, período, ocasión, situación, ni la mejor época, etapa, circunstancia. Pero es la única oportunidad.

A las 14:20 horas ya estábamos sentados en nuestros asientos. El avión hasta los topes. Parece que irse a Estocolmo a pasar fin de año es más común de lo que pensaba. Un montón de familias con niños, Erasmus, jovenzuel@s en busca de rollo sueco y una pareja de amantes escondiéndose de sus más que posibles anodinas parejas.

Para los que pregunten por las azafatas. Teoría de Jose: Ryanair escoge azafatas feas para dar sensación de barato.

Sin duda, la pareja de amantes – estoy segura de que eran amantes-, han sido el centro de mi atención todo el trayecto hasta Skavsta. Por la ventana todo oscuro, Europa apagada, ¿qué iba a hacer?. Pues como si de Lady Godiva se tratara y yo fuera Pepping Tom, actué de voyeur todo el trayecto. Extrayendo unas clases prácticas de “Cómo irme con mi amante a Estocolmo a pasar la Nochevieja sin que mi marido se entere”.

La pareja de amantes tendría ya sus sesenta años. Ella con abrigo de piel de zorro, que guardó en la cabina sin miramientos, a lo bruto pilló los pelos del pobre zorro con la puerta y allí quedaron los pelos, colgando todo el viaje. Parecía que llevábamos más de un bicho a bordo.

De espaldas daba el pego. Pantalones vaqueros pitillo con botas altas y camiseta blanca de algodón super ajustada. Sí, daba el pego, con el pelo rubio en una cola alta. Ya de frente, se veía no sólo el paso de la edad bajo esa capa de maquillaje Lancome, sino el paso de amantes, juergas, alcohol y mucho tabaco.

Tenía la típica “cara de fumador,” con esas marcas profundas en los bordes de la boca y los ojos. La textura de su piel era poco saludable y de color amarillento por la ingesta de alcohol que más tarde confirmaría.

Se sentaron separados. Él delante, ella detrás. En cuatro horas de vuelo cayeron por parte de él, unas tres botellas de vino de esas que dan en Ryanair que parecen de juguete. Por parte de ella, más de seis latas de cerveza.

No era la ilusión ni los nervios del viaje, era vicio.

No hablaron prácticamente nada durante todo el viaje, sólo se notaba que iban juntos porque él pagaba lo que ella compraba, prácticamente todo lo que se vendía en el avión.

Cuando quedaba una hora para aterrizar, otro personaje llamó mi atención, dejando a la extraña pareja abandonada a mis miradas. Y es que un homo ibericus, de la especie madrilensis, apareció en escena. Apareció desde diez filas por delante de la nuestra para hablar con tres treintañeras vecinas de asiento. Con la típica frase: “Os he escuchado y yo he estado muchas veces en Stockholm, si me permitís, os voy a recomendar un par de sitios”. Las muchachas, con un acento malagueño más que evidente, aceptaron gustosas sus consejos. A él le ponía la rubia, y las otras dos sonriendo, seguro que tuvieron malos pensamientos. “Otra vez ésta nos corta el rollo”…. Pero chicas, ¿hay algo más triste que irse a Estocolmo y enrollarse con un español?. Si es que todas hemos tenido la amiga rubia que más de una vez hubiéramos preferido que se quedara en casa.

“Remain seated and fasten your seatbelts. We will land at the airport Skavsta”.

El avión aterriza de tres botes y todo el mundo comienza a aplaudir y a gritar. Gritaban el lugar donde deberíamos estar todos a las 00:00 del viernes.

Ya sabíamos dónde NO íbamos a estar. No por nada pero cuando viajamos al extranjero procuramos no coincidir con turistas españoles. Ya tenemos bastantes a lo largo del año como para también juntarnos en nuestros viajes. Como anécdota os contaré que cuando notamos presencia de españoles hablamos en nuestro magnífico inglés.

Aprovechando el momento, deciros que lo de aplaudir en los aterrizajes es bastante estúpido. Por favor, no lo hagáis, o al menos no lo hagáis en mi presencia. Es como si trabajas en la Torre Espacio, bajas en el ascensor, y te pones a aplaudir cuando llegas abajo. Supongo que son los mismos que gritan el que se besen en las bodas….

Son las 19:00 horas y ya estamos en el aeropuerto de Skavsta. Es un pequeño aeropuerto internacional situado muy cerca de Nyköping, a unos 100 kilómetros al sur de Estocolmo. En él te encuentras aerolíneas de bajo coste y compañías de carga. Pequeño y muy bien organizado. Todo se mueve en función de los vuelos de Ryanair.

Cuando salimos del avión, todo nevado, montañas de nieve, nieve y más nieve. Y yo, pensando en Madrid, me preguntaba cómo íbamos a llegar a Estocolmo con las carreteras así. Acostumbrada a una ciudad en la que la lluvia puede ocasionar atascos, paros en el metro y la nieve puede ocasionar que nadie vaya a trabajar, ¿qué otra cosa podría venirme a la cabeza?.

Salimos del aeropuerto y allí estaba nuestro autobús. Flygbussarna Airport Coaches, operan desde el aeropuerto a la Cytiterminalen de Estocolmo. Habíamos comprado los billetes online ida y vuelta sin horario determinado. Problemas los justos era el eslogan de este viaje. Y todo perfecto, chequean los billetes y para dentro.

Increíble el paisaje. Es difícil describir ese paisaje de llanuras inmensas, completamente nevadas. Todos los abetos me recordaban a los que escoltaban las salidas de Heidi con Pedro.

La población dispersa, en pequeños caseríos de paredes rojas y verdes que rompían la blanca monotonía. Los coches circulaban por la autovía a toda velocidad, la nieve no les impide conducir, no paraliza el país. Estamos tranquilos.

Ochenta minutos después estábamos en Estocolmo. Llevábamos un mapa que nos indicaba como ir de la Cytiterminalen al Hotel, otro del hotel a Glamla Stan, otro de Glamla Stan al Ayuntamiento, otro del Ayuntamiento a Södermalm…

Si algún lugar tienes que ir,

Si algún lugar quieres llegar,

Consultemos a mapa…

Soy el mapa,

Soy el mapa, soy el mapa, soy el mapa,

¡Soy el mapa!

Así que saliendo de la Cytiterminalen, tenemos el World Trade Center, cogemos a la derecha Klarabergsviadukten, continuar por Klarabergsgatan, girar a la izquierda en Drottninggatan y a la derecha en Kungsgatan. Total, que fuimos para el lado contrario.

Como una de las aficiones de Jose, es preguntar y si es posible en otro idioma, eso hicimos. Preguntar en inglés a un sueco. Jajajajajaja, la primera en la frente.

Hablar en inglés con un balinés o con un italiano, es fácil porque es como coger a uno del Puerto de Santa María y a otro de Cangas de Onís y ponerles a parlamentar. Se acabarían enterando.

Pero hablar inglés con un sueco….

Jose

Sorry, how can I go to Kungsgatan Street?

El sueco

“You ought to give you around, turn right Klarabergsviadukten, Klarabergsgatan continue, turn left onto Drottninggatan and take the first right onto Kungsgatan”.

Nosotros

“OK, thanks you, bye”.

Y con cara de pollitos le vemos partir, quedándonos solicos en la nieve con nuestras maleticas. Oh my God!! Esto va a ser más difícil de lo que pensábamos, leed lo que nos ha dicho a toda velocidad y decidme. Si parece lo de tres tristes tigres comían trigo en un trigal!!

Que nos dimos la vuelta, habíamos pillado el turn right y el turn left y en menos que canta un gallo, los dos pollitos llegaron al Hotel. Maravillosa aventura. Prueba superada.

20:45 horas, Hotel Rica Hotel Kungsgatan.

Hotel que en España denominaríamos “con encanto”. Se encuentra en la Plaza de Hötorget, en el barrio de Norrmalm. En el mismo edificio del centro comercial PUB. En este centro comercial tuvo su primer trabajo como dependiente Greta Garbo. Nuestra habitación tenía cuatro enormes ventanales, y uno de ellos, tenía un alfeizar donde te podías recostar en mullidos cojines preparados para que admiraras las vistas a la plaza.

Desde esa ventana me gustaba ver el Konserthuset, que es una especie de Teatro Real, donde dan conciertos muy finos.

La primera cena la hicimos en el McDonald's que había frente al hotel. Recién llegados y con -7 grados en el ambiente, no estábamos para buscar otro sitio.

Allí pudimos comprobar que los precios de McDonald’s no son universales. Bastante más caro que en España.

No tuvimos tiempo para ensayar al pedir la comida:

Jose

We want two big mac with Coke Zero.

(Por favor, por favor que nos entienda…..)

Dependienta

Fokgat faleke sgatang är 180 kr.....

Gracias que el visor de la caja ponía los números.... ¿Nos aventuramos a pedir mostaza y kepchup?. Yo desde luego paso sin ello por no preguntar.

Jose

Do you have mustarda please?

Hala Jose vente arriba!! La tía se quedó con cara de “qué me has llamado?”. En ese momento entré en escena para evitar que la “mustarda” cobrara protagonismo y acerté a decir:

Ketchup?

La dependienta señalando a nuestras espaldas dijo tres veces: där, där, där!!

Vale, vale.... ya nos hemos enterado.

Vamonos al Hotel a tomarnos una cervecita y ya veremos.

Y claro la cerveza también hay que pedirla. Pero bueno, eso es más facil, con decir two beers y four one six. Prueba superada.

Pues no. No fue tan fácil. Esta vez no puedo transcribir la conversación porque estaba sentadita, Iphone en mano comprobando los -7 grados de temperatura.

Pero en resumen, Jose se va a pedir las cervezas y cómo sería el lío que se montó, que el camarero acabó preguntándole si era español. Y es que por fortuna, el camarero era chileno!! Jajajajaa bien! Alguien que habla nuestro idioma y al otro lado de una barra, por lo menos no pasaríamos sed.

Hugo, por si te ha dado por leer esta Crónica, muchas gracias por tu hospitalidad y tus consejos. Esperamos volver a encontrarnos.

Tras la cerveza y la charla con Hugo, a la camita. Mañana será otra aventura.

Viernes, 31 de diciembre de 2010

08:30 horas. Por alguna extraña razón el despertador de Iphone no funciona. Gracias a mi despertador interno no amanecimos a las 11 de la mañana.

La plaza estaba cubierta de nieve pero con mucho bullicio. Había un mercado de flores, en su mayoría tulipanes y narcisos. Casi todas las flores eran amarillas, el color de la flor de Navidad entre los suecos. Según me contaron, es muy usual regalar flores a los amigos o vecinos cuando te invitan a su casa. Me encanta. Debería ser una tradición aquí también. Qué bonito un ramo de margaritas, que son tres euros de nada y qué alegría dan en cualquier estancia.

El desayuno, espectacular para los comilones. Para mí que llevaba una semana con suero oral y pequeñas dosis de arroz blanco, no era de mi ayuda. Me tiré directamente al yogurt, te rojo y unas manzanas para llevarme en el paseo.

Allí no había más españoles, casi todos eran turistas rusos, algún alemán, francés y dos italianos.

Yo, que nunca desayuno, hice acto de presencia pero como mero trámite.

Café, té, cacao, zumos, pan francés, pan tostado, fruta, mermeladas, mantequilla, yogurt, especias, albóndigas, bacon, huevos, cuatro tipos de salsas, costillas, carne de reno asada, arenques…. Así estaban todos, con esas lorzas. Y es que por ahí por Europa, qué lorzas tienen tod@s ¿verdad?.

Y es que yo tengo un trauma con el desayuno. Recuerdo que mi madre, como yo era un fideo, siempre me comparaba con una amiga que era obesa – porque para mí era obesa, no gordita- y me decía, “que guapa está, claro desayuna bien no como tú”. Tenía miedo al desayuno, ¡me daba miedo desayunar!, pensaba que acabaría sujetando mis tetas con la barriga. Y por eso nunca desayuno.

Mochila, cámara de fotos, dinero, fortasec, mallas interiores, doble calcetín, botas, camisetas térmicas, jersey térmico, abrigos, bufandas, gorros, orejeras, guantes y listos.

-3 grados. Empieza bien el día. Dirección Gamla Stan.

10:00 horas. Las calles que nos llevan a Gamla Stan parecen la Calle Fuencarral en su tramo peatonal. H&M, Zara, Accesories, más H&M… En los cruces de calles dos leones tumbados nos van indicando el camino. Impresionante el respeto a los peatones, cada semáforo tiene un botón para poder cruzar, y ¡SI! funciona!. Los coches se paran.

En toda la estancia no escuché ni una sola bocina. O los coches no están provistos de bocinas o los conductores no las utilizan como apéndices de su mano.

La decoración navideña es austera, elegante, bonita. Todo está en su sitio y hace el efecto para el que está destinado. Las luces son blancas y con guirnaldas verdes. La decoración de puticlubs poligoneros que tenemos en Madrid sería impensable.

Las casas están muy acondicionadas para soportar las temperaturas locales, hay muchas que tienen grandes paramentos solo de cristal, que propician la entrada de luz en la vivienda. Todas tienen un candelabro frente a las ventanas en forma de triángulo, que por las noches hace un efecto muy mágico. Algunas casas se ven con la mayor parte de los paramentos exteriores de cristal, pudiéndose ver desde el exterior, tanto el mobiliario como a sus habitantes haciendo su vida normal, como si estuvieran en “un escaparate”, y solo tienen separaciones en cocinas y baños.

A mí eso de que no sepan lo que son las cortinas ni persianas no me gusta. Además en el IKEA venden cortinas, por caro no será.

De repente nos encontramos con la Ensenada Riddarfjärden, situada al este del lago Mälaren. Está completamente dentro de Estocolmo, entre los barrios Marieberg, Kungsholmen, Norrmalm, Riddarholmen y Gamla Stan por el norte, y Södermalm y Långholmen por el sur.

Aquí encontramos una de las más hermosas imágenes de las islas, con el canal que rodea el Palacio Real totalmente congelado. Dejamos atrás Norrmalm y entramos en la Ciudad Vieja por el puente Riksbron, uno de los 57 que tiene la ciudad para cruzar de isla en isla. Es el puente nacional, lo llaman así porque este puente con tres arcos está próximo a varios edificios de interés nacional como son el Riksdagen, el edificio del parlamento; Rosenbad, la oficina del primer ministro y la cancillería del gobierno; y Casa de Sager, residencia oficial del primer ministro.

Pasando este puente y el siguiente, llamado Stallbron, está la Plaza de Mynttorget, allí nos hizo mucha gracia un señor, que vestido de Papá Noel, tenía un puesto de vino caliente. La gracia era que decía vino caliente en varios idiomas. Lo grabamos con el móvil porque era impresionante, como ponía su acento a cada idioma.

Hot wine, Glühwein, vin chaud, vin brulè, vino caldo, vino caliente!!!

Obviamente probamos ese jarabe. Tengo la receta por si alguien quiere probarlo. Aunque lo dudo, porque no sociabilizo con abstemios.

Y entramos en Gamla Stan. Es una pequeña isla que está en el corazón de la ciudad. La zona más turística. Está llena de callejuelas estrechas adoquinadas, con edificios de colores, volviendo a ver numerosas gamas de amarillos y muchos cafés, chocolaterías, tiendas de artesanías y souvenirs. Dicen que es uno de los núcleos urbanos medievales más grandes y mejor conservados de Europa. Aquí se fundó Estocolmo en 1.252.

Detrás de las fachadas aún se pueden ver sótanos abovedados y pinturas al fresco de la Edad Media.

Nos encontramos fortuitamente, mientras buscábamos la calle más estrecha de Estocolmo, con una de las plazas más bellas que he visto en la vida. Síndrome de Stendhal, absoluto. Es el punto central desde el cual sale Köpmangatan, la calle más antigua de Estocolmo, mencionada ya en el siglo XIV. Estamos ante la Plaza de Stortorget. En la parte central de Gamla Stan. Donde comenzó la historia de Estocolmo hace 750 años.

Allí están los edificios más antiguos que datan de la Edad Media, con colores rojos, amarillos y verdes.

En el pasado, la vida de la ciudad giraba alrededor de esta plaza.

Es conocida por su mercado navideño anual, que tiene comidas típicas y artesanías suecas. Cuando llegamos ya no vimos el mercado. Aún así era un sitio precioso.

Allí también está el edificio de la bolsa, Borshuset, donde ahora reside la academia sueca, el museo Nobel, y la biblioteca Nobel. También hay un pozo en el centro, que antes proporcionaba agua a toda la pequeña ciudad, que cabía en la isla de Gamla Stan.

Avanzando por una de las callejuelas que salían de la plaza, llegamos al Palacio Real. Son las 12:00 horas y comienza el cambio de la guardia real.

Es la residencia real más grande del mundo, con una habitación más que Buckingham. Y para variar, los monarcas no viven allí, se les paga otra residencia a las afueras, el Palacio de Drottningholm.

El Palacio de Estocolmo está situado en la zona llamada Stadsholmen y a su lado está el Parlamento Sueco.

Nosotros nos pusimos en el ala oeste bordeando el patio de la guardia, que en su idioma del diablo se llama Högvaktsterrassen.

Aquí se acabó el mito sueco. Yo esperaba ver esos militares altos, rubio, ojos claros, recios… y vaya… son altos, pero tienen la piel del color del jamón york, muy poco agraciados. Para ser claros, había más Ibrahimovic que Ljungberg. La verdad es que Ljungberg no ví ninguno.

Fue un error parar a ver el cambio de guardia porque nuestros pies comenzaron a notar los efectos del suelo cubierto de nieve, dejamos el cambio de guardia y nos dirigimos a la Catedral, que está justo detrás.

Aunque hay varias iglesias dignas de visitar, sólo accedimos a la Catedral Nacional de Suecia, conocida como Storkyrkan o Sankt Nikolai kyrka, es la iglesia más antigua de Estocolmo y la sede de la diócesis de Estocolmo.

La iglesia figura por primera vez en una fuente escrita en 1279. Tras la reforma protestante, se convirtió en una iglesia luterana en 1527 y en catedral en 1942.

La iglesia, solo tiene una torre, está construida con ladrillo repellado y sus muros pintados de amarillo con detalles en blanco. Su estilo original corresponde al gótico del siglo XIII, pero el exterior fue remodelado de manera importante en estilo barroco cerca de 1740 por el arquitecto Johan Eberhard Carlberg.

Impresionante una imagen de madera de San Jorge y el dragón, del siglo XV. Es un relicario, que contiene las supuestas reliquias de San Jorge y otros santos. También pudimos ver la pintura más antigua de la ciudad de Estocolmo, de 1520.

Había un Belén tallado en madera y me sorprendió en un primer momento la algarabía que habían montado allí los turistas, luego agradecí poder estar cómoda, haciendo fotos y disfrutando del lugar y no viendo el mercadeo católico que se ha instaurado en las catedrales de nuestro país.

Bonita, lo que se dice bonita no es. Y me parecía más grande cuando retransmitían la boda de Victoria y el entrenador.

Allí tuvimos un momento delicado como diría nuestro amigo Moya. La cámara comienza a quedarse sin batería. Y aunque había insistido en que en la maleta, Jose metiera el cargador, él decidió no meterlo porque para qué, nuestra cámara aguanta mucho. Por un momento sentí el mismo impulso que San Jorge y me hubiera cargado al dragón.

Tener una bronca en una catedral luterana sueca es algo que muy poca gente puede decir que ha hecho.

Partiendo de allí, encontramos la callejuela Mårten Trotzigs gränd, que inicialmente estábamos buscando. Es la calle más estrecha de Gamla Stan, tiene solo 90 cm de ancho en su parte más angosta.

Ya era hora de comer y la guía recomendaba irse a Södermalm. Decía que había numerosos restaurantes y que era una zona de ocio y reunión para visitantes. Nosotros lo que nos encontramos fue una calle que empezaba como Bravo Murillo y acababa como Arturo Soria. Hay más bares en mi calle que en Södermalm.

Solo encontrábamos fast food. La gente con una temperatura de -3 o -4 grados comiendo hot dogs en la calle, döner kebab, pizzas, todo lo que se puede comer en la calle.

Luego entendí que para ellos la calle es un lugar de paso. Los suecos, comen en su casa, cenan en su casa y quedan en su casa. Pueden salir a tomar un café, un chocolate con los amigos, pero las comidas y las cenas fuera son ocasionales.

Mi pie derecho tenía frio, comenzaba a dolerme un poco y amenazaba con fastidiar el día, así que el objetivo estaba claro: el primer sitio donde encontremos un lugar donde comer algo, entramos.

Encontramos un lugar, parecido al Mercado de San Miguel, el Södermalm Saluhall. Tenía anexos algunos pequeños locales de comidas y entramos en uno. La carta en sueco. Sólo entendimos Caesar sallad y biff med potatis och paprika, así que fue lo que pedimos. Nada especial. Muy caro para la calidad que ofrecian, cualquier bareto de menús de Madrid es mejor.

Tuvimos intencion de ir al baño pero era una misión imposible. Además de pagar 20 kr. (2 euritos) tenías que mandar un SMS para que te dieran el código de apertura. Obviamente, en una cultura como la nuestra, que meamos en cualquier sitio, eso es impensable. Lo de pagar, lo llego a entender pero lo del SMS me ha parecido absurdo.

No me gustó nada Södermalm. Quizás llevabamos la mañana entera caminando y no fuimos capaces de llegar al sitio adecuado. Decidimos coger el metro y fue toda una experiencia. Sólo hay tres líneas, por lógica pensamos que era como el metro de Valencia que tenías que decir dónde ibas para pagar el billete. Así que ni cortos ni perezosos digimos el nombre de nuestra calle Kungsgatan Street please”, pensando que el amable joven que estaba en la ventanilla nos indicaría la parada de metro más próxima y nos vendería el billete para esa parada. Pero el mozo, sin darse cuenta que no teníamos ni idea, entendió Kungsträdgården que es como decir Móstoles, y nos cobró más de 4 euros por cuatro paradas de metro.

Esta última etapa de la mañana, fue agotadora y poco divertida. Llegamos al Hotel sobre las 16:00 horas y nos echamos una siestecilla. Ya era noche y aún quedaban muchas horas para el siguiente evento: el Absolut Ice Bar y "nuestra Nochevieja".

……

(Continuará)


Pesadilla en Génova

(Aunque el viaje y las situaciones vividas son reales. Los nombres de las personas que viajaron han sido sustituidos por nombres ficticios, para evitar que el autor, yo, apareciera en una cuneta con un tiro en la nuca. Los que vean a menudo Los Pingüinos de Madagascar, identificarán bien los personajes).

Viernes, 8 de octubre de 2010

Llega la mañana en la que hay que coger un avión a un destino deseado: Italia. La organización del viaje había tenido muchos problemas desde el principio, por las diferentes maneras de entender un viaje en grupo.
Mucha gente me decía que el viaje estaba gafado desde el principio por esas divergencias pero podía más la ilusión de ir y más de ir todos juntos. Hacía tiempo que no hacía un viaje en grupo, tenía ilusión a pesar de que sabía que para mis acompañantes, para la mayoría de mis acompañantes, mi presencia era incómoda.

Metro Alonso Martínez
Quedamos a las 10:00 en Alonso Martínez con Julien para comenzar lo que podemos denominar el Giro de Italia. En el aeropuerto nos esperaba Maurice y a las 12:30 estábamos embarcando.
En Raynair parece que vuelas en un Carrefour Express pero es un vuelo rápido y sin problemas.
Llegamos a las 15:30 y allí nos esperaba Kowalski. Recogimos los coches, un Fiat Grande Punto y un Lancia. Y aquí empezamos los errores. Dos coches y un destino: la Piazza del Duomo, donde esperaba Mort. La distancia del aeropuerto a la Piazza es de 53,8 km, unos 47 minutos (voy a hacer mucho hincapié en los kilómetros y la distancia).
Cabe esperar que teníamos mapas de cómo llegar, pues no. Cabe esperar que fuéramos los dos coches juntos, pues no. Cabe esperar que sabíamos que un letrero azul grande que ponía Milano no era una autopista, pues no. Aviso a navegantes, la autostrada se pone en verde.

Así que después de recorrer con el Fiat Grande Punto los pueblecitos de los alrededores y comernos un atasco, llegamos con el coche hasta la cocina y aparcamos a pocos metros de la Piazza, eran las 18:30 horas y por lo tanto ya había anochecido.
Dado que éramos nosotros los que teníamos interés en ver algunos de los tesoros arquitectónicos de la ciudad deberíamos haber sido nosotros quienes nos hubiéramos encargado de coger un mapa y preparar un  itinerario conforme a nuestros intereses, y mientras los demás podrían quedarse en un local disfrutando de las cervezas, nosotros podríamos haber conocido un poco la ciudad. Más conociendo que para el resto de personas Milán no tenía ningún interés, bien porque ya la conocían, bien porque no tenían interés en conocerla.
Gallería Vittorio Emanuele II
Duomo di Milano
Como ya era muy tarde, la Catedral estaba cerrada, la Galleria Vittorio Emanuele II ya tenía casi todas las tiendas cerradas y sólo quedaba dar un paseíto y cenar. Había que hacer tiempo porque hasta las 00:00 no llegarían Lemy y Kitka.
Estupenda cena con unas pizzas muy ricas y birra Moretti. Cuando la cena es buena y la compañía también el tiempo pasa rápido. Lamento no haberme pedido una copa de vino pero pensaba que tendría otra oportunidad.
Milano, Milano… foco de todos los problemas iniciales del viaje. ¿Por qué no dormir la primera noche en Milán? Aquí estuvo la clave de todo el viaje. Julien llegó a comparar Milán con Albacete -qué alegría se llevarían los de Albacete si lo oyeran-. Mort decía que no había nada que ver y lo que había se veía todo en una tarde. Y un comentario clave: mejor no quedarnos a dormir en Milán porque era mejor irse a Génova y así aprovechar la mañana del día siguiente (jajajajaja risa irónica mientras la bilis sale por la boca).

Yo con los pocos conocimientos de arte que me puede dar una Licenciatura en Historia del Arte tengo que decir que eso no es cierto. Para todos aquellos que quieran ir a Milán y conocer la ciudad tienen un montón de lugares para disfrutar.
La Piazza del Duomo es el punto de partida, desde allí se puede acceder a la Catedral, una de las más bellas del mundo tanto en su exterior como en su interior – si en su interior también, que no sólo es arte las fachadas. Realizada en mármol blanco, claramente gótica también añade estilos arquitectónicos renacentistas y neoclásicos. Cuenta con 2245 estatuas, siendo de entre todas ellas la más querida, la estatua dorada de la Madonnina de Perego que vigila en la aguja mayor desde 1744 y me recuerda mucho a la Giralda de Sevilla.
La Galleria Vittorio Emanuele II, junto a la catedral, está cubierta con grandes cúpulas de vidrio en forma de cruz latina y una estructura de hierro inspirada en la Torre Eiffel de París, donde se encuentran algunos de los cafés y comercios más conocidos de la ciudad. Proyectada en la segunda mitad del siglo XIX por Giuseppe Mengoni, es una verdadera Galería Comercial. Aunque se intentan crear “copias” por toda Europa el nivel económico que se mueve en esta Galería supera lo imaginable.
Saliendo de la Galería podemos encontrar la Piazza della Scala, prueba del Medievo milanés está dominada por el Teatro alla Scala y el Palacio Marino, actual Ayuntamiento y considerado una obra maestra arquitectónica, en estilo dórico e iónico del síglo XVI.
Se debe visitar Santa María delle Grazie comenzada por Giovanni Solari en 1463 y transformada en 1492 por Donato Bramante. En una pared del refectorio del antiguo convento junto a la iglesia, se encuentra la pintura de Il Cenacolo, obra maestra de Leonardo da Vinci.
El Castello Sforzesco -tiene la última obra de Michelangelo, Pieta Rondanini- , la Basílica de Sant'Ambrogio, el Palazzo Reale, Collegio Elvetico.., la Brera Gallery, al mismo nivel Galería Uffizi de Florencia o la National Gallery de Londres, el Museo Bagatti Valsecchi, los canales de Naviglio Grande con los antiguos lavaderos.
Siendo una ciudad que a los urbanitas que nos encanta pasear nos descubre una mezcla de la Austria Imperial, el Renacimiento Italiano y la Belle Epoque, recreando un conjunto moderno y con mucho estilo.
Milán, 11:50 horas. Cogemos los coches y nos vamos al aeropuerto de Malpensa a 49,5 km de la Piazza del Duomo, 51 minutos de coche.

Madrugada del Sábado, 9 de octubre de 2010

00:30 llegada del vuelo de Lemy y Kitka. Nos subimos de nuevo a los coches destino Génova.
Distancia: 188 kilómetros
Tiempo estimado: 2 horas 5 minutos

Comienza el Giro de Italia. Los que me conocen dirían que estoy loca. Meterme en un coche alquilado, a las 00:30 horas, por carreteras desconocidas y en un país desconocido. Pero bueno, seguía pensando que iba a ser un gran viaje y tendría su recompensa.

Lo que yo vi de Génova
Llegamos a Génova y … ¿alguien tiene un mapa para llegar al apartamento y al B&B?. Pues no. Por ello más de una hora se perdió callejeando para buscar la calle del apartamento.
¿Por qué no dormimos la primera noche en Milán?. Yo creo que más de uno se hacía esa pregunta pero ya era tarde. Pero cualquiera decía nada, la idea era de Julien, y si el se enfada... 
Llegamos al apartamento. Por fin.
Se abre una cancela principal y nos encontramos la puerta del apartamento abierta. Primer susto. Entraron varios buscando por todos lados pensando que alguien estaba dentro. Mort, la única que persona que había  entrado anteriormente abre una puerta y dice “- Ay vá! Aquí antes había una habitación!!”. Histeria colectiva. “-¿Qué está pasando? ¿te has equivocado de sitio?.
Y frente a nosotros una Mort muerta de risa, no por cachondeo sino por una mezcla de paracetamoles e ibuprofenos y cervecita… así que pobre muchacha poco nos iba a aportar.
Yo me había quedado fuera viendo una llave con lucecitas que había en la pared de la entrada y de repente PIiii Piiiii Piiiii comienza a sonar la alarma. ¡Cómo coño se para esto!. Saltan los plomos y yo tiro de esa llavecita pero nada de nada. La volvía a meter y nada de nada, aquello pitaba como una sucursal del Banco Popular.
Alguien dio con los plomos y volvió la luz, momento en que se paró la alarma. Un pequeño respiro.
Cada cinco minutos saltan los plomos, Piiiii Piiii Piiii la puta alarma. Ahora puede ser cómico pero a las 03:30 horas no es para nada cómico.
Una y otra vez saltaba la alarma, que si has puesto la nevera, vete y quítala. Que si hay sensores, que no nos movamos. Sólo tengo la imagen de Maurice cada vez que se iban los plomos y corría hacia la puerta con las manos tapándose las orejas sabiendo lo que iba a pasar. 
A todo esto veías en la calle, el Lancia de Julien, aparcado en medio y con la silueta de Kowalski dentro. Con un cabreo…. Urrgghh. El cansancio ya hacía mella en la paciencia de cualquiera.
Ya cuando digo que hay que llamar a la persona que nos lo alquiló y si nos impide dormir quejarse, las miradas me dicen: “..y esta tía de qué va..”. Es el momento en el que pienso “Ups, te has equivocado, este viaje va a ser difícil”. Es el momento en el que me doy cuenta que ni voy a ver nada, ni voy a tomarme un vino en buen sitio, ni voy a tener tiempo a pasear, ni nada de nada. Y no me estaba adelantando a los acontecimientos. Ese era un viaje de pitorreo y punto. Y la alarma se estaba convirtiendo en un pitorreo.
Insisto en que se llame a la dueña, se hace pero no coge el teléfono.
Si hubiera sido capaz de defenderme en una conversación con esa señora hubiera estado llamando hasta que no hubiera tenido más remedio que coger el teléfono.

Todo el mundo se pira y las dos parejas decidimos poner un sofá contra la puerta principal que habíamos encontrado abierta y esperar hasta que la alarma llevara un rato sin sonar.
En un primer momento deseaba que llegara el Arma dei Carabinieri pero luego me olvidé de esa idea porque no teníamos en nuestro poder el contrato del apartamento así que acabar lo que quedaba de noche dando explicaciones en un italiano macarrónico no era lo mejor.
El apartamento tenía dos fotos de mujeres con burka, carecía de papel higiénico dado que la opción era un wáter moro con su duchita, no había toallas ni productos de aseo. En España tenemos muy buenos servicios en la hostelería en general pero yo nunca he ido a un hostal, hotel, apartamento, apartahotel, en el que no hubiera papel higiénico o toallas ni en Italia, ni en ningún sitio. Será suerte.
Encontramos en un cajón el carnet de un militar y me vino a la cabeza Al Qaeda y pensé “-hasta aquí llegan los GEO?”.

Y así estuvimos hasta las 05:00 de la mañana. Nos habíamos comprado una latas de cerveza (3,50 euros c/u) que nos tomamos esperando si aquella alarma volvería a sonar o no. Barajamos la posibilidad de dormir los cuatro en la misma habitación. Al final nos fuimos a dormir y pusimos el despertador, sólo dormiríamos cinco horas.
El apartamento por lo demás estaba muy bien. Pero ¿por qué no dormimos la primera noche en Milán?


Sábado, 9 de octubre de 2010


10:00 A.M. En pie. Después de cinco horas de sueño intermitente amanecimos en Génova. Una hora después llegan los cuatro del B&B que también tuvieron su odisea para llegar, obviamente también sin mapa.
Análisis de la situación.
Se llama a la signora que nos alquiló el apartamento y por allí aparece. Con toallas. Vamos entendiéndonos.
Nos comenta que hay dos interruptores de luz que producen cortocircuito y que eso hace que salten los plomos con la consiguiente activación de la alarma. Ahhhh, era eso. Pues con tocar esas dos luces parece que estaría todo solucionado.
12:00 A.M. Nos habíamos recorrido 188 km para aprovechar la mañana. El plan ya cojeaba, estaba mal diseñado.
Y es el momento en el que se tuerce el viaje para nosotros. Es el momento en el que no tener autonomía hace que te gastes 600 euros en un viaje de dos días y lo recuerdes toda tu vida como un error.
Es muy fácil. Es como si unos amigos nuestros vienen desde Italia viene a visitarnos a Madrid y algunos de ellos sólo van a estar un día. Entonces nosotros que sabemos que el tiempo corre en nuestra contra adaptamos las circunstancias a esas características. Se plantean las excursiones en base al tiempo, al interés y sobre todo al bienestar del grupo. Nunca llueve a gusto de todos pero se puede coger un paraguas amplio donde todos podamos cobijarnos. Así tendríamos opciones como el mismo Madrid, Toledo o Segovia que están cerquita.
Pues no. La opción que escogemos es llevar a nuestros amigos italianos a Patones.
Pues eso nos ocurrió a nosotros. Teníamos opciones como: la propia Génova o Turín (169 km-1 h 52 min) pero nos fuimos al lugar más recomendado en las guías de viaje de todo el mundo. Si va a viajar a Italia no visite Roma, Florencia, el Vaticano, vaya directamente al Parco Nazionale delle Cinque Terre, concretamente a Monterosso al Mare.

Allí después de varias horas de viaje por carreteras similares a la que une Villamayor con Colunga (para que me entendáis) llegamos a un pequeño Lastres. Muy bonito eso no lo va a negar nadie pero un lugar apropiado para visitar los que van a estar mucho tiempo en Italia y cansados de tanta arquitectura renacentista quieren estar en un pueblo bonito y muy característico de la costa del Mar de Liguria. O para los que conocen ya las ciudades más importantes.
Emplazo al que quiera a hablar de Cinque Terre porque es una zona preciosa pero no era el momento de visitarla.
Tuvimos que dejar el coche a más de dos kilómetros del pueblo y aquí comienza una de las escenas más patéticas vividas desde la adolescencia.
Nunca en estos ocho años había levantado la voz, ni perdido los nervios frente las excentricidades pero esta vez no pude más y boom salieron sapos y culebras. Pero, en lugar de escuchar y razonar que nos habían quitado la posibilidad de conocer algo más que el apartamento de la sirena, se marchan cuesta abajo a toda velocidad.
El viaje se había acabado. Y lo peor de todo, la impotencia de saber que a nadie le importa un carajo los intereses que tú tengas. No formas parte de ese grupo y queda muy claro en esa escena.
Es cuando a tu mente vienen tus amigos, los de siempre y los nuevos; los que están contigo en los malos momentos y conocen tus gustos, las cosas que te hacen feliz y te las muestran; y las que te hacen sentir mal y por eso las evitan. Quieres llorar pero sólo faltaría eso para que se rieran de ti más de lo que sientes están haciendo.
Esas sensaciones llegan en un momento dado, no porque ese momento sea mejor o peor que otro, sino porque es la gota que colma el vaso. Porque en ese momento no apetece esforzarse más en estar en un grupo que ni es tu grupo ni lo será nunca. Porque cuando hablas no te oyen y cuando te oyen no te escuchan. Dirán que se exagera y se está victimizando la situación pero es lo que yo sentí en ese momento y como lo sentí lo escribo.
Yo conozco Italia pero Jose era su primera vez y nadie pensó en eso en ese momento. Y lo peor de todo es que sé que más gente pensaba como yo pero nadie levantó la voz.

Pasan los minutos y la bilis supura. Se piensa en dar una vuelta en barco, que el Dios me perdone pero sólo podía pensar en el Titanic. Ya era demasiada adrenalina, hormona y bilis concentrada en un mismo ser, iba a estallar justo cuando un coherente Julien se dio cuenta de la situación insostenible e infantil que se estaba apoderando de nosotros y propuso irnos los tres, una vez pasada la comida, a Pisa y por lo tanto cumplir una de las expectativas del viaje, que pudiéramos llegar a Madrid y decir que habíamos visto algo conocido.
Me pareció sensato y oportuno. En la comida se decidió que fuéramos todos a Pisa, aunque al igual que en Milán, en Pisa “no hay nada que ver”.
Me hubiera gustado que todo el mundo subiera a por el coche con la misma rapidez que bajaron pero fuimos a por los coches, les recogimos abajo y nos dirigimos a Pisa.
Idiota de mí pensé que Julian lo hacía por mejoría. Después me dí cuenta que le importaba una mierda y que una vez más estaba ganando puntos a mi costa.
(Esos pensamientos malignos como el “hundimiento del Titanic” y la subida de dos kilómetros, son fruto de la impotencia, no son habituales y pido disculpas por ellos). ¿Qué le he hecho yo para que me odie tanto?

Pisa nos espera. 122 kilómetros, 1hora 34 minutos.
Torre de Pisa
Llegamos a punto de anochecer. Llegamos a la Piazza dei Miracoli. Impresionante como siempre la Grande Italia. El Duomo impresionante, aunque todas las miradas se dirigen a la Torre y con ya muy poca luz corremos para hacer las típicas fotos sujetándola. Más allá se encuentran el Baptisterio y el Camposanto.
El Duomo, en mármol, con un estilo románico pisano, con su portal en bronce de Bonanno Pisano y el púlpito de Giovanni Pisano.
A punto de cerrar las tiendecitas conseguí comprar algún souvenir. Y poco a poco iba acabándose la aventura.
Si alguien decide visitar Pisa, que no se quede en la Torre, porque debido a la naturaleza del terreno pantanoso, existen en Pisa tres torres inclinadas. La más conocida es el campanario de la catedral y se encuentra en la Piazza del Duomo; la segunda constituye el campanario de la iglesia de San Nicola, en el extremo opuesto de Vía Santa Maria, junto al Lungarno; la tercera, en la mitad del paseo fluvial delle Piagge, sito en la parte este de la ciudad, es el campanario de la iglesia de San Michele degli Scalzi (en este caso incluso la iglesia está inclinada). Como inclinado es el Palacio Toscanini en "Lungarno Pacinotti".

20:00 horas. Regresamos a Génova. 165 kilómetros 1 hora 48 minutos.
Nuevamente nos perdemos para llegar al apartamento. Ya no importa. Es la última vez que tenemos que ir por nuestra cuenta y de perdidos al río.
Una vez abrigaditos para la noche genovesa salimos en busca de un taxi para reunirnos con el resto.
Ya no eran horas y todo estaba cerrado. Nos sirvieron en un bar del puerto donde la calidad y el precio parecían estar peleados y donde nunca iría si no fuera en grupo. Allí ya no abrí la boca. Me agarré a mi Iphone, consolador en malos momentos. Corrían los litros de cerveza y nadie parecía apreciar que nos iban a meter un puro en la cuenta de muerte porque estaban partiéndose el culo con nosotros.
Una vez terminada la cena nos dirigimos hacia el lugar de marcha de Génova, supongo que el más cercano a donde estábamos porque los genoveses de bien también salen los sábados por la noche y allí no estaban.
El Raval de Barcelona es una maravilla comparado con aquello. Gentuza y más gentuza.
Lo más “normal” que vimos fue un bar con luces de colores cantosos y un DJ Residente en el que entramos. Una vez dentro vimos que era un local de ambiente gay masculino. Ainsss…. Que comentar. No eran como Jesús Vázquez ni como Valerio Pino.
Nos tomamos una copa de aguachirli, decir que el garrafón en Italia es más light que aquí, y nos fuimos en busca de otro garito.
Para ésto me quedo con Malasaña
03:00 horas. Hora de cierre en Génova. Llegamos a un lugar de perro flautas. Era lo que me faltaba ya. Escuché la palabra calimocho y se me abrieron las carnes con solo pensarlo. La única neurona que se movía ya en mi cabeza me decía que pusiera el piloto automático y no pensara en nada. Hacía delante, hacia delante, hacía delante, esto se acaba, esto se acaba….. un único pensamiento.
Gracias a una amena conversación con Kitka la noche pasó rápido y nos fuimos a nuestra residencia yihadista.
Nos metimos en la cama y no pude más que pensar que esto no había acabado. En mi interior sabía que no se iba a quedar todo aquí.

Domingo, 10 de octubre de 2010

10:00 AM. Por fin llega el final de este desencuentro. Ahora queda la última etapa. El viaje al aeropuerto Orio al Serio. 201 kilómetros 2 horas 7 minutos.
Esta vez tomamos bien las indicaciones y cogemos la carretera correcta. Pero el tiempo estaba en contra y Kowalski tenía que coger el avión a las 13:30 horas. ¿De quién fue la idea de salir tan tarde?.
El Fiat Grande Punto no bajaba de 140km/h y los que me conocéis sabéis que yo tengo miedo en los coches hasta circulando por la Castellana, así que prefiero ver The Ring al lado de un pozo a oscuras mil veces que volver a montarme en un coche a esa velocidad.
Llegamos al aeropuerto a las 13:15 horas. Dejamos el coche de alquiler y nos dirigimos hacía nuestra terminal.
15:30 horas estábamos en el avión. Sentía que por fin se acababa el viaje. Lo que pasó en el avión de vuelta ya lo reservo para el petit comité porque sólo he firmado la publicación de los datos menos escabrosos.
Y llegamos a Madrid.


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Martes, 12 de octubre de 2010, 18:30 horas

Ya en mi casa tuve un montón de sentimientos encontrados y decidí plasmarlos escribiendo. Quería saber la diferencia entre lo que uno puede sentir in situ y lo que uno siente trascurridos unos días. Y así lo hice.
Intenté recordar esas horas y lo que sentía dentro de mí en esos momentos. El ser humano puede sentir en un mismo instante, alegría, tristeza, seguridad, inseguridad, miedo, euforia… y todo por esa adrenalina que tan mal me está funcionando últimamente.
Entonces es cuando uno se sienta y se pregunta por que ha convertido un viaje que presumía perfecto en imperfecto. Y sobre todo si realmente había sido imperfecto porque ya estaba dudando hasta en lo que había vivido. Entonces escribo y luego leo todo, y analizo y pienso.
¿Cómo puedo animar a la gente a realizar un viaje y luego ser yo quien no se anima?, pues sí se puede, eso y más.

Hablando conmigo misma me doy cuenta que para mi, un viaje es perfecto si consigo controlar lo que hace mi pie derecho después de mi pie izquierdo. Si me controlo a mi misma y controlo mi propia situación. Mía y solo mía. No suelo tener empatía con mí alrededor, me sumerjo en mí misma aislándome del resto para disfrutar en soledad. Me gusta hacerlo así de siempre, soy solitaria por naturaleza. La cuestión es conseguir equilibrar tu soledad con el resto.
Pero esta vez mí alrededor se coló dentro y me arrastró como si de un embudo se tratara y fui incapaz de reaccionar en algún momento, me dejé llevar de la mano a la sinrazón.
Ahora pienso en todo lo que hice mal y como llevé mis días en Italia al abismo, yo solita y sin ayuda de nadie. Faltaría más que alguien quisiera ponerse una medalla también con eso. Yo soy dueña de mis alegrías y de mis desgracias, yo sola me sobro para sabotearme la vida.
Está claro que no se puede tener la misma perspectiva de un viaje el que ha estado dos días que el que ha estado cinco. De ninguna manera el disfrute es el mismo por lo que una percepción similar es imprudente.

He aquí mi primer error: debería haberme quedado hasta el martes, con dos días no hay tiempo para apreciar nada con detenimiento. Pero el correo inicial llevaba una errata y cerramos el viaje hasta el domingo. Puede que hubiera sido diferente para mí con esos tres días más, eso ya no lo sabré.
Esa ansia de no perder ni un minuto nos lleva a hacer kilómetros sin parar, permaneciendo más tiempo en el coche que disfrutando de la estancia. Perdimos demasiadas horas en el coche. Horas perdidas en ver cosas porque el tiempo no se perdió porque sirvió para charlar animadamente aunque mi conversación fuera un tanto aburrida y reiterativa en lo mismo. Si me hubiera grabado y escuchado ahora pensaría en Aída Nizar más que en Marian Sánchez.

Mi segundo error. Debería haber contado con la ayuda inestimable de un mapa y debería haber elegido el lugar a visitar independientemente de lo que quisieran hacer los demás que por algo somos autónomos y nadie obliga a nadie a hacer nada. Me faltó voluntad, pudo conmigo la desgana por no tener fuerzas suficientes para afrontar sola la estancia.
Porque viajar en grupo no significa ir en manada, sino en disfrutar al 100% los momentos en los que el grupo coincide. Y nuevamente volví a meter la pata porque fui incapaz de apreciar esos momentos de unión. Me rio ahora recordando pero ya fuera de lugar, espacio y tiempo.
Falta de sueño, el estrés de un mes nefasto, el cansancio hizo mella rápido en el estado de ánimo. Esto unido a los problemas físicos se convirtió en una bomba de relojería. Y llega el tercer error. En plena recuperación no debería haber llevado mi cuerpo al límite. Reconocer la debilidad no debe ser vergonzoso. Y una retirada a tiempo siempre es una victoria.
Al final mis tres deseos: volver a Santa María delle Grazie, tomar un cappuccino y una copa de un buen vino, no se hicieron realidad en este viaje pero espero que se hagan realidad en otro. (No creo que me cierren la frontera italiana por no haber disfrutado tanto como el resto de Italia en esta ocasión).
En definitiva, en mí tengo que aplicar el dicho de Manolete, si no sabes torear pa’que te metes.


Jueves, 14 de octubre de 2010 14:09 horas


Y ya está. En resumen mi viaje. No ha habido asesinatos, robos, amores imposibles… pero fuera de generar polémica – que claro que me gusta y desde aquí reivindico una silla en La Brújula- ha sido entretenido y necesario para mí escribirlo y leer todo lo que se ha escrito tanto en directo como off the record. No dejan de ser sensaciones, pensamientos de un momento que no he dejado escapar y que conforman un estado de embriaguez momentáneo. Es posible que no todo el mundo lo ha alcanzado a entender como yo quería contarlo, porque puede no haberse leído en mi persona sino ante un espejo en el que los lectores se han visto reflejados.
(No han hecho mella en mí algunos comentarios y “advertencias” porque pienso que si se lee todo detenidamente no hago mal a nadie y mi rocambolesca historia ha hecho reír a más de uno. Con eso me quedo. He sido, soy y seguiré siendo feliz a pesar de ello).


Lo que no entiendo es que me hayan "picado" tanto los protagonistas, si no cargo contra ellos, si no contra mí misma. Yo fui la culpable de amargarme el viaje. Yo fui la que no supo divertirse. Pero bueno... Ladran pues cabalgamos.