domingo, 27 de febrero de 2011

Pesadilla en Génova

(Aunque el viaje y las situaciones vividas son reales. Los nombres de las personas que viajaron han sido sustituidos por nombres ficticios, para evitar que el autor, yo, apareciera en una cuneta con un tiro en la nuca. Los que vean a menudo Los Pingüinos de Madagascar, identificarán bien los personajes).

Viernes, 8 de octubre de 2010

Llega la mañana en la que hay que coger un avión a un destino deseado: Italia. La organización del viaje había tenido muchos problemas desde el principio, por las diferentes maneras de entender un viaje en grupo.
Mucha gente me decía que el viaje estaba gafado desde el principio por esas divergencias pero podía más la ilusión de ir y más de ir todos juntos. Hacía tiempo que no hacía un viaje en grupo, tenía ilusión a pesar de que sabía que para mis acompañantes, para la mayoría de mis acompañantes, mi presencia era incómoda.

Metro Alonso Martínez
Quedamos a las 10:00 en Alonso Martínez con Julien para comenzar lo que podemos denominar el Giro de Italia. En el aeropuerto nos esperaba Maurice y a las 12:30 estábamos embarcando.
En Raynair parece que vuelas en un Carrefour Express pero es un vuelo rápido y sin problemas.
Llegamos a las 15:30 y allí nos esperaba Kowalski. Recogimos los coches, un Fiat Grande Punto y un Lancia. Y aquí empezamos los errores. Dos coches y un destino: la Piazza del Duomo, donde esperaba Mort. La distancia del aeropuerto a la Piazza es de 53,8 km, unos 47 minutos (voy a hacer mucho hincapié en los kilómetros y la distancia).
Cabe esperar que teníamos mapas de cómo llegar, pues no. Cabe esperar que fuéramos los dos coches juntos, pues no. Cabe esperar que sabíamos que un letrero azul grande que ponía Milano no era una autopista, pues no. Aviso a navegantes, la autostrada se pone en verde.

Así que después de recorrer con el Fiat Grande Punto los pueblecitos de los alrededores y comernos un atasco, llegamos con el coche hasta la cocina y aparcamos a pocos metros de la Piazza, eran las 18:30 horas y por lo tanto ya había anochecido.
Dado que éramos nosotros los que teníamos interés en ver algunos de los tesoros arquitectónicos de la ciudad deberíamos haber sido nosotros quienes nos hubiéramos encargado de coger un mapa y preparar un  itinerario conforme a nuestros intereses, y mientras los demás podrían quedarse en un local disfrutando de las cervezas, nosotros podríamos haber conocido un poco la ciudad. Más conociendo que para el resto de personas Milán no tenía ningún interés, bien porque ya la conocían, bien porque no tenían interés en conocerla.
Gallería Vittorio Emanuele II
Duomo di Milano
Como ya era muy tarde, la Catedral estaba cerrada, la Galleria Vittorio Emanuele II ya tenía casi todas las tiendas cerradas y sólo quedaba dar un paseíto y cenar. Había que hacer tiempo porque hasta las 00:00 no llegarían Lemy y Kitka.
Estupenda cena con unas pizzas muy ricas y birra Moretti. Cuando la cena es buena y la compañía también el tiempo pasa rápido. Lamento no haberme pedido una copa de vino pero pensaba que tendría otra oportunidad.
Milano, Milano… foco de todos los problemas iniciales del viaje. ¿Por qué no dormir la primera noche en Milán? Aquí estuvo la clave de todo el viaje. Julien llegó a comparar Milán con Albacete -qué alegría se llevarían los de Albacete si lo oyeran-. Mort decía que no había nada que ver y lo que había se veía todo en una tarde. Y un comentario clave: mejor no quedarnos a dormir en Milán porque era mejor irse a Génova y así aprovechar la mañana del día siguiente (jajajajaja risa irónica mientras la bilis sale por la boca).

Yo con los pocos conocimientos de arte que me puede dar una Licenciatura en Historia del Arte tengo que decir que eso no es cierto. Para todos aquellos que quieran ir a Milán y conocer la ciudad tienen un montón de lugares para disfrutar.
La Piazza del Duomo es el punto de partida, desde allí se puede acceder a la Catedral, una de las más bellas del mundo tanto en su exterior como en su interior – si en su interior también, que no sólo es arte las fachadas. Realizada en mármol blanco, claramente gótica también añade estilos arquitectónicos renacentistas y neoclásicos. Cuenta con 2245 estatuas, siendo de entre todas ellas la más querida, la estatua dorada de la Madonnina de Perego que vigila en la aguja mayor desde 1744 y me recuerda mucho a la Giralda de Sevilla.
La Galleria Vittorio Emanuele II, junto a la catedral, está cubierta con grandes cúpulas de vidrio en forma de cruz latina y una estructura de hierro inspirada en la Torre Eiffel de París, donde se encuentran algunos de los cafés y comercios más conocidos de la ciudad. Proyectada en la segunda mitad del siglo XIX por Giuseppe Mengoni, es una verdadera Galería Comercial. Aunque se intentan crear “copias” por toda Europa el nivel económico que se mueve en esta Galería supera lo imaginable.
Saliendo de la Galería podemos encontrar la Piazza della Scala, prueba del Medievo milanés está dominada por el Teatro alla Scala y el Palacio Marino, actual Ayuntamiento y considerado una obra maestra arquitectónica, en estilo dórico e iónico del síglo XVI.
Se debe visitar Santa María delle Grazie comenzada por Giovanni Solari en 1463 y transformada en 1492 por Donato Bramante. En una pared del refectorio del antiguo convento junto a la iglesia, se encuentra la pintura de Il Cenacolo, obra maestra de Leonardo da Vinci.
El Castello Sforzesco -tiene la última obra de Michelangelo, Pieta Rondanini- , la Basílica de Sant'Ambrogio, el Palazzo Reale, Collegio Elvetico.., la Brera Gallery, al mismo nivel Galería Uffizi de Florencia o la National Gallery de Londres, el Museo Bagatti Valsecchi, los canales de Naviglio Grande con los antiguos lavaderos.
Siendo una ciudad que a los urbanitas que nos encanta pasear nos descubre una mezcla de la Austria Imperial, el Renacimiento Italiano y la Belle Epoque, recreando un conjunto moderno y con mucho estilo.
Milán, 11:50 horas. Cogemos los coches y nos vamos al aeropuerto de Malpensa a 49,5 km de la Piazza del Duomo, 51 minutos de coche.

Madrugada del Sábado, 9 de octubre de 2010

00:30 llegada del vuelo de Lemy y Kitka. Nos subimos de nuevo a los coches destino Génova.
Distancia: 188 kilómetros
Tiempo estimado: 2 horas 5 minutos

Comienza el Giro de Italia. Los que me conocen dirían que estoy loca. Meterme en un coche alquilado, a las 00:30 horas, por carreteras desconocidas y en un país desconocido. Pero bueno, seguía pensando que iba a ser un gran viaje y tendría su recompensa.

Lo que yo vi de Génova
Llegamos a Génova y … ¿alguien tiene un mapa para llegar al apartamento y al B&B?. Pues no. Por ello más de una hora se perdió callejeando para buscar la calle del apartamento.
¿Por qué no dormimos la primera noche en Milán?. Yo creo que más de uno se hacía esa pregunta pero ya era tarde. Pero cualquiera decía nada, la idea era de Julien, y si el se enfada... 
Llegamos al apartamento. Por fin.
Se abre una cancela principal y nos encontramos la puerta del apartamento abierta. Primer susto. Entraron varios buscando por todos lados pensando que alguien estaba dentro. Mort, la única que persona que había  entrado anteriormente abre una puerta y dice “- Ay vá! Aquí antes había una habitación!!”. Histeria colectiva. “-¿Qué está pasando? ¿te has equivocado de sitio?.
Y frente a nosotros una Mort muerta de risa, no por cachondeo sino por una mezcla de paracetamoles e ibuprofenos y cervecita… así que pobre muchacha poco nos iba a aportar.
Yo me había quedado fuera viendo una llave con lucecitas que había en la pared de la entrada y de repente PIiii Piiiii Piiiii comienza a sonar la alarma. ¡Cómo coño se para esto!. Saltan los plomos y yo tiro de esa llavecita pero nada de nada. La volvía a meter y nada de nada, aquello pitaba como una sucursal del Banco Popular.
Alguien dio con los plomos y volvió la luz, momento en que se paró la alarma. Un pequeño respiro.
Cada cinco minutos saltan los plomos, Piiiii Piiii Piiii la puta alarma. Ahora puede ser cómico pero a las 03:30 horas no es para nada cómico.
Una y otra vez saltaba la alarma, que si has puesto la nevera, vete y quítala. Que si hay sensores, que no nos movamos. Sólo tengo la imagen de Maurice cada vez que se iban los plomos y corría hacia la puerta con las manos tapándose las orejas sabiendo lo que iba a pasar. 
A todo esto veías en la calle, el Lancia de Julien, aparcado en medio y con la silueta de Kowalski dentro. Con un cabreo…. Urrgghh. El cansancio ya hacía mella en la paciencia de cualquiera.
Ya cuando digo que hay que llamar a la persona que nos lo alquiló y si nos impide dormir quejarse, las miradas me dicen: “..y esta tía de qué va..”. Es el momento en el que pienso “Ups, te has equivocado, este viaje va a ser difícil”. Es el momento en el que me doy cuenta que ni voy a ver nada, ni voy a tomarme un vino en buen sitio, ni voy a tener tiempo a pasear, ni nada de nada. Y no me estaba adelantando a los acontecimientos. Ese era un viaje de pitorreo y punto. Y la alarma se estaba convirtiendo en un pitorreo.
Insisto en que se llame a la dueña, se hace pero no coge el teléfono.
Si hubiera sido capaz de defenderme en una conversación con esa señora hubiera estado llamando hasta que no hubiera tenido más remedio que coger el teléfono.

Todo el mundo se pira y las dos parejas decidimos poner un sofá contra la puerta principal que habíamos encontrado abierta y esperar hasta que la alarma llevara un rato sin sonar.
En un primer momento deseaba que llegara el Arma dei Carabinieri pero luego me olvidé de esa idea porque no teníamos en nuestro poder el contrato del apartamento así que acabar lo que quedaba de noche dando explicaciones en un italiano macarrónico no era lo mejor.
El apartamento tenía dos fotos de mujeres con burka, carecía de papel higiénico dado que la opción era un wáter moro con su duchita, no había toallas ni productos de aseo. En España tenemos muy buenos servicios en la hostelería en general pero yo nunca he ido a un hostal, hotel, apartamento, apartahotel, en el que no hubiera papel higiénico o toallas ni en Italia, ni en ningún sitio. Será suerte.
Encontramos en un cajón el carnet de un militar y me vino a la cabeza Al Qaeda y pensé “-hasta aquí llegan los GEO?”.

Y así estuvimos hasta las 05:00 de la mañana. Nos habíamos comprado una latas de cerveza (3,50 euros c/u) que nos tomamos esperando si aquella alarma volvería a sonar o no. Barajamos la posibilidad de dormir los cuatro en la misma habitación. Al final nos fuimos a dormir y pusimos el despertador, sólo dormiríamos cinco horas.
El apartamento por lo demás estaba muy bien. Pero ¿por qué no dormimos la primera noche en Milán?


Sábado, 9 de octubre de 2010


10:00 A.M. En pie. Después de cinco horas de sueño intermitente amanecimos en Génova. Una hora después llegan los cuatro del B&B que también tuvieron su odisea para llegar, obviamente también sin mapa.
Análisis de la situación.
Se llama a la signora que nos alquiló el apartamento y por allí aparece. Con toallas. Vamos entendiéndonos.
Nos comenta que hay dos interruptores de luz que producen cortocircuito y que eso hace que salten los plomos con la consiguiente activación de la alarma. Ahhhh, era eso. Pues con tocar esas dos luces parece que estaría todo solucionado.
12:00 A.M. Nos habíamos recorrido 188 km para aprovechar la mañana. El plan ya cojeaba, estaba mal diseñado.
Y es el momento en el que se tuerce el viaje para nosotros. Es el momento en el que no tener autonomía hace que te gastes 600 euros en un viaje de dos días y lo recuerdes toda tu vida como un error.
Es muy fácil. Es como si unos amigos nuestros vienen desde Italia viene a visitarnos a Madrid y algunos de ellos sólo van a estar un día. Entonces nosotros que sabemos que el tiempo corre en nuestra contra adaptamos las circunstancias a esas características. Se plantean las excursiones en base al tiempo, al interés y sobre todo al bienestar del grupo. Nunca llueve a gusto de todos pero se puede coger un paraguas amplio donde todos podamos cobijarnos. Así tendríamos opciones como el mismo Madrid, Toledo o Segovia que están cerquita.
Pues no. La opción que escogemos es llevar a nuestros amigos italianos a Patones.
Pues eso nos ocurrió a nosotros. Teníamos opciones como: la propia Génova o Turín (169 km-1 h 52 min) pero nos fuimos al lugar más recomendado en las guías de viaje de todo el mundo. Si va a viajar a Italia no visite Roma, Florencia, el Vaticano, vaya directamente al Parco Nazionale delle Cinque Terre, concretamente a Monterosso al Mare.

Allí después de varias horas de viaje por carreteras similares a la que une Villamayor con Colunga (para que me entendáis) llegamos a un pequeño Lastres. Muy bonito eso no lo va a negar nadie pero un lugar apropiado para visitar los que van a estar mucho tiempo en Italia y cansados de tanta arquitectura renacentista quieren estar en un pueblo bonito y muy característico de la costa del Mar de Liguria. O para los que conocen ya las ciudades más importantes.
Emplazo al que quiera a hablar de Cinque Terre porque es una zona preciosa pero no era el momento de visitarla.
Tuvimos que dejar el coche a más de dos kilómetros del pueblo y aquí comienza una de las escenas más patéticas vividas desde la adolescencia.
Nunca en estos ocho años había levantado la voz, ni perdido los nervios frente las excentricidades pero esta vez no pude más y boom salieron sapos y culebras. Pero, en lugar de escuchar y razonar que nos habían quitado la posibilidad de conocer algo más que el apartamento de la sirena, se marchan cuesta abajo a toda velocidad.
El viaje se había acabado. Y lo peor de todo, la impotencia de saber que a nadie le importa un carajo los intereses que tú tengas. No formas parte de ese grupo y queda muy claro en esa escena.
Es cuando a tu mente vienen tus amigos, los de siempre y los nuevos; los que están contigo en los malos momentos y conocen tus gustos, las cosas que te hacen feliz y te las muestran; y las que te hacen sentir mal y por eso las evitan. Quieres llorar pero sólo faltaría eso para que se rieran de ti más de lo que sientes están haciendo.
Esas sensaciones llegan en un momento dado, no porque ese momento sea mejor o peor que otro, sino porque es la gota que colma el vaso. Porque en ese momento no apetece esforzarse más en estar en un grupo que ni es tu grupo ni lo será nunca. Porque cuando hablas no te oyen y cuando te oyen no te escuchan. Dirán que se exagera y se está victimizando la situación pero es lo que yo sentí en ese momento y como lo sentí lo escribo.
Yo conozco Italia pero Jose era su primera vez y nadie pensó en eso en ese momento. Y lo peor de todo es que sé que más gente pensaba como yo pero nadie levantó la voz.

Pasan los minutos y la bilis supura. Se piensa en dar una vuelta en barco, que el Dios me perdone pero sólo podía pensar en el Titanic. Ya era demasiada adrenalina, hormona y bilis concentrada en un mismo ser, iba a estallar justo cuando un coherente Julien se dio cuenta de la situación insostenible e infantil que se estaba apoderando de nosotros y propuso irnos los tres, una vez pasada la comida, a Pisa y por lo tanto cumplir una de las expectativas del viaje, que pudiéramos llegar a Madrid y decir que habíamos visto algo conocido.
Me pareció sensato y oportuno. En la comida se decidió que fuéramos todos a Pisa, aunque al igual que en Milán, en Pisa “no hay nada que ver”.
Me hubiera gustado que todo el mundo subiera a por el coche con la misma rapidez que bajaron pero fuimos a por los coches, les recogimos abajo y nos dirigimos a Pisa.
Idiota de mí pensé que Julian lo hacía por mejoría. Después me dí cuenta que le importaba una mierda y que una vez más estaba ganando puntos a mi costa.
(Esos pensamientos malignos como el “hundimiento del Titanic” y la subida de dos kilómetros, son fruto de la impotencia, no son habituales y pido disculpas por ellos). ¿Qué le he hecho yo para que me odie tanto?

Pisa nos espera. 122 kilómetros, 1hora 34 minutos.
Torre de Pisa
Llegamos a punto de anochecer. Llegamos a la Piazza dei Miracoli. Impresionante como siempre la Grande Italia. El Duomo impresionante, aunque todas las miradas se dirigen a la Torre y con ya muy poca luz corremos para hacer las típicas fotos sujetándola. Más allá se encuentran el Baptisterio y el Camposanto.
El Duomo, en mármol, con un estilo románico pisano, con su portal en bronce de Bonanno Pisano y el púlpito de Giovanni Pisano.
A punto de cerrar las tiendecitas conseguí comprar algún souvenir. Y poco a poco iba acabándose la aventura.
Si alguien decide visitar Pisa, que no se quede en la Torre, porque debido a la naturaleza del terreno pantanoso, existen en Pisa tres torres inclinadas. La más conocida es el campanario de la catedral y se encuentra en la Piazza del Duomo; la segunda constituye el campanario de la iglesia de San Nicola, en el extremo opuesto de Vía Santa Maria, junto al Lungarno; la tercera, en la mitad del paseo fluvial delle Piagge, sito en la parte este de la ciudad, es el campanario de la iglesia de San Michele degli Scalzi (en este caso incluso la iglesia está inclinada). Como inclinado es el Palacio Toscanini en "Lungarno Pacinotti".

20:00 horas. Regresamos a Génova. 165 kilómetros 1 hora 48 minutos.
Nuevamente nos perdemos para llegar al apartamento. Ya no importa. Es la última vez que tenemos que ir por nuestra cuenta y de perdidos al río.
Una vez abrigaditos para la noche genovesa salimos en busca de un taxi para reunirnos con el resto.
Ya no eran horas y todo estaba cerrado. Nos sirvieron en un bar del puerto donde la calidad y el precio parecían estar peleados y donde nunca iría si no fuera en grupo. Allí ya no abrí la boca. Me agarré a mi Iphone, consolador en malos momentos. Corrían los litros de cerveza y nadie parecía apreciar que nos iban a meter un puro en la cuenta de muerte porque estaban partiéndose el culo con nosotros.
Una vez terminada la cena nos dirigimos hacia el lugar de marcha de Génova, supongo que el más cercano a donde estábamos porque los genoveses de bien también salen los sábados por la noche y allí no estaban.
El Raval de Barcelona es una maravilla comparado con aquello. Gentuza y más gentuza.
Lo más “normal” que vimos fue un bar con luces de colores cantosos y un DJ Residente en el que entramos. Una vez dentro vimos que era un local de ambiente gay masculino. Ainsss…. Que comentar. No eran como Jesús Vázquez ni como Valerio Pino.
Nos tomamos una copa de aguachirli, decir que el garrafón en Italia es más light que aquí, y nos fuimos en busca de otro garito.
Para ésto me quedo con Malasaña
03:00 horas. Hora de cierre en Génova. Llegamos a un lugar de perro flautas. Era lo que me faltaba ya. Escuché la palabra calimocho y se me abrieron las carnes con solo pensarlo. La única neurona que se movía ya en mi cabeza me decía que pusiera el piloto automático y no pensara en nada. Hacía delante, hacia delante, hacía delante, esto se acaba, esto se acaba….. un único pensamiento.
Gracias a una amena conversación con Kitka la noche pasó rápido y nos fuimos a nuestra residencia yihadista.
Nos metimos en la cama y no pude más que pensar que esto no había acabado. En mi interior sabía que no se iba a quedar todo aquí.

Domingo, 10 de octubre de 2010

10:00 AM. Por fin llega el final de este desencuentro. Ahora queda la última etapa. El viaje al aeropuerto Orio al Serio. 201 kilómetros 2 horas 7 minutos.
Esta vez tomamos bien las indicaciones y cogemos la carretera correcta. Pero el tiempo estaba en contra y Kowalski tenía que coger el avión a las 13:30 horas. ¿De quién fue la idea de salir tan tarde?.
El Fiat Grande Punto no bajaba de 140km/h y los que me conocéis sabéis que yo tengo miedo en los coches hasta circulando por la Castellana, así que prefiero ver The Ring al lado de un pozo a oscuras mil veces que volver a montarme en un coche a esa velocidad.
Llegamos al aeropuerto a las 13:15 horas. Dejamos el coche de alquiler y nos dirigimos hacía nuestra terminal.
15:30 horas estábamos en el avión. Sentía que por fin se acababa el viaje. Lo que pasó en el avión de vuelta ya lo reservo para el petit comité porque sólo he firmado la publicación de los datos menos escabrosos.
Y llegamos a Madrid.


…..
Martes, 12 de octubre de 2010, 18:30 horas

Ya en mi casa tuve un montón de sentimientos encontrados y decidí plasmarlos escribiendo. Quería saber la diferencia entre lo que uno puede sentir in situ y lo que uno siente trascurridos unos días. Y así lo hice.
Intenté recordar esas horas y lo que sentía dentro de mí en esos momentos. El ser humano puede sentir en un mismo instante, alegría, tristeza, seguridad, inseguridad, miedo, euforia… y todo por esa adrenalina que tan mal me está funcionando últimamente.
Entonces es cuando uno se sienta y se pregunta por que ha convertido un viaje que presumía perfecto en imperfecto. Y sobre todo si realmente había sido imperfecto porque ya estaba dudando hasta en lo que había vivido. Entonces escribo y luego leo todo, y analizo y pienso.
¿Cómo puedo animar a la gente a realizar un viaje y luego ser yo quien no se anima?, pues sí se puede, eso y más.

Hablando conmigo misma me doy cuenta que para mi, un viaje es perfecto si consigo controlar lo que hace mi pie derecho después de mi pie izquierdo. Si me controlo a mi misma y controlo mi propia situación. Mía y solo mía. No suelo tener empatía con mí alrededor, me sumerjo en mí misma aislándome del resto para disfrutar en soledad. Me gusta hacerlo así de siempre, soy solitaria por naturaleza. La cuestión es conseguir equilibrar tu soledad con el resto.
Pero esta vez mí alrededor se coló dentro y me arrastró como si de un embudo se tratara y fui incapaz de reaccionar en algún momento, me dejé llevar de la mano a la sinrazón.
Ahora pienso en todo lo que hice mal y como llevé mis días en Italia al abismo, yo solita y sin ayuda de nadie. Faltaría más que alguien quisiera ponerse una medalla también con eso. Yo soy dueña de mis alegrías y de mis desgracias, yo sola me sobro para sabotearme la vida.
Está claro que no se puede tener la misma perspectiva de un viaje el que ha estado dos días que el que ha estado cinco. De ninguna manera el disfrute es el mismo por lo que una percepción similar es imprudente.

He aquí mi primer error: debería haberme quedado hasta el martes, con dos días no hay tiempo para apreciar nada con detenimiento. Pero el correo inicial llevaba una errata y cerramos el viaje hasta el domingo. Puede que hubiera sido diferente para mí con esos tres días más, eso ya no lo sabré.
Esa ansia de no perder ni un minuto nos lleva a hacer kilómetros sin parar, permaneciendo más tiempo en el coche que disfrutando de la estancia. Perdimos demasiadas horas en el coche. Horas perdidas en ver cosas porque el tiempo no se perdió porque sirvió para charlar animadamente aunque mi conversación fuera un tanto aburrida y reiterativa en lo mismo. Si me hubiera grabado y escuchado ahora pensaría en Aída Nizar más que en Marian Sánchez.

Mi segundo error. Debería haber contado con la ayuda inestimable de un mapa y debería haber elegido el lugar a visitar independientemente de lo que quisieran hacer los demás que por algo somos autónomos y nadie obliga a nadie a hacer nada. Me faltó voluntad, pudo conmigo la desgana por no tener fuerzas suficientes para afrontar sola la estancia.
Porque viajar en grupo no significa ir en manada, sino en disfrutar al 100% los momentos en los que el grupo coincide. Y nuevamente volví a meter la pata porque fui incapaz de apreciar esos momentos de unión. Me rio ahora recordando pero ya fuera de lugar, espacio y tiempo.
Falta de sueño, el estrés de un mes nefasto, el cansancio hizo mella rápido en el estado de ánimo. Esto unido a los problemas físicos se convirtió en una bomba de relojería. Y llega el tercer error. En plena recuperación no debería haber llevado mi cuerpo al límite. Reconocer la debilidad no debe ser vergonzoso. Y una retirada a tiempo siempre es una victoria.
Al final mis tres deseos: volver a Santa María delle Grazie, tomar un cappuccino y una copa de un buen vino, no se hicieron realidad en este viaje pero espero que se hagan realidad en otro. (No creo que me cierren la frontera italiana por no haber disfrutado tanto como el resto de Italia en esta ocasión).
En definitiva, en mí tengo que aplicar el dicho de Manolete, si no sabes torear pa’que te metes.


Jueves, 14 de octubre de 2010 14:09 horas


Y ya está. En resumen mi viaje. No ha habido asesinatos, robos, amores imposibles… pero fuera de generar polémica – que claro que me gusta y desde aquí reivindico una silla en La Brújula- ha sido entretenido y necesario para mí escribirlo y leer todo lo que se ha escrito tanto en directo como off the record. No dejan de ser sensaciones, pensamientos de un momento que no he dejado escapar y que conforman un estado de embriaguez momentáneo. Es posible que no todo el mundo lo ha alcanzado a entender como yo quería contarlo, porque puede no haberse leído en mi persona sino ante un espejo en el que los lectores se han visto reflejados.
(No han hecho mella en mí algunos comentarios y “advertencias” porque pienso que si se lee todo detenidamente no hago mal a nadie y mi rocambolesca historia ha hecho reír a más de uno. Con eso me quedo. He sido, soy y seguiré siendo feliz a pesar de ello).


Lo que no entiendo es que me hayan "picado" tanto los protagonistas, si no cargo contra ellos, si no contra mí misma. Yo fui la culpable de amargarme el viaje. Yo fui la que no supo divertirse. Pero bueno... Ladran pues cabalgamos.



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