Viernes, 31 de diciembre de 2010 – Un cuento de Navidad
Que gusto da levantarse de una siesta en Estocolmo. No sé por qué es diferente, simplemente lo es.
Nos fuimos a hacer tiempo al bar del Hotel con Hugo. Nos invitó a un té y estuvimos charlando de la idiosincrasia sueca, la crisis en España y algunas anécdotas de los españoles que se han alojado en el Hotel.
Estuvimos hablando de la famosa frase “hacerse el sueco”. Había diferentes teorías. Yo os voy a pasar el link de un texto de Fernando Álvarez Montalbán llamado Estereotipos culturales en el lenguaje popular español. Hacerse el sueco.
Merece la pena leerlo.
http://archivobiblioteca.files.wordpress.com/2009/03/hacerse-el-sueco.pdf
A las 20:15 horas teníamos una cita en Vasaplan 4, en el Absolut Icebar Stockholm, la primera barra de hielo permanente en el mundo. Las entradas ya las habíamos comprado online para evitar colas.
Todo está hecho de hielo del río Torne, en la región de Laponia al norte de Suecia. Ahora hay uno hasta aquí en Madrid. Estaba a 10 minutos del Hotel. Está dentro del Nordic Sea Hotel. Llegamos muy pronto y accedimos sin colas. Enseguida nos pusieron unos ponchos enormes con guantes y gorro, que parecían de Star Wars. Allí la chica de la entrada nos puso en la puerta de acceso y nos dijo algo, que obviamente no entendimos.
Nos metimos en un pasillo y la puerta que estaba tras nosotros se cerro. Enfrente teníamos otra puerta y pensamos, que cuando se cerrara una, se abriría otra. Pero no.
Esperamos. Pensamos. 1..2…3…4… 60… 120… segundos… 180… 240… mirábamos a los lados, sonreíamos, pero allí no se abría nada. “Eh, que se nos consumen nuestros 40 minutos ahí dentro!!!”.
De repente, se abre la puerta trasera y vemos a la chica, que nos mira con sorpresa, y debe pensar: “Dumb & Dummare”, o lo que es lo mismo, ”dos tontos muy tontos”. Entran un grupo de chicos, se acercan a nosotros y tocan un botón que está a mi derecha... voalá, se abre la puerta.
Y es que somos así, sencillos….
El local es llamativo, pero muy pequeño. Efectivamente todo es de hielo menos el techo y el suelo. Con la entrada te daban un cóctel de vodka Absolut que tenías que elegir de entre unos diez diferentes. Yo elegí uno llamado Absolut Antártida que llevaba Fruta de la Pasión, naranja y no sé que más cosas; José uno con tónica, fiel a sus principios. El vaso era un medio tubo hecho de hielo. La barra, la única silla y la única mesa, eran de hielo, pero no hacía tanto frío como yo me imaginaba. Supongo que el frío exterior ya me había hecho acostumbrarme a esas temperaturas. Dentro del bar hay -5 grados para mantener el hielo.
La verdad que yo me hubiera tomado cuatro o cinco cócteles más porque estaba exquisito. Nos pasamos los 40 minutos haciéndonos fotos, y tocando todo. Es un sitio estupendo y totalmente recomendable. Jose quiso panear tanto su bebida que casi no le da tiempo a acabarlo. A los 40 minutos ya teníamos que salir, y obviamente fuimos los últimos porque nos hacíamos los remolones.
Cuando salimos, estaba ocurriendo un fenómeno esperado y deseado: estaba nevando. Nos quedaban tres horas para acabar el año.
A mí la nieve nunca me ha gustado porque el hecho de quedarse incomunicado en mi pueblo hacía que no pudiera ir a clase, no pudiera llegar el pan, no subieran ni bajaran los coches. En definitiva estuviéramos incomunicados con todos los problemas que eso conlleva en una aldea.
Aquí en Madrid, la nieve no incomunica pero es muy pesada. Además Madrid no está preparada para agua ni para la nieve por lo que es habitual, en estas condiciones, ver cubos en el metro porque caen goteras o gente resbalándose por la calle.
En Suecia está prohibido usar cadenas y echar sal por sus repercusiones ambientales. Como alternativa utilizan grava en los caminos para los viandantes y obligatoriedad de neumáticos de invierno en los vehículos durante un intervalo de tiempo anual fijado por el gobierno.
La decisión estaba clara, nos íbamos a Gamla Stan. Si encontrábamos un sitio para cenar, estupendo. Si no lo encontramos nos pillamos unos sándwich en un 7 Eleven. Sin problemas. Lo que queríamos era estar allí, disfrutar y sobre todo acabar el 2.010 muy lejos de Madrid.
Caminábamos por Drottninggatan y nevaba muchísimo. Cada ciertos metros nos quitábamos la nieve de encima para que no calara. El paraguas no servía porque te impedía admirar esas calles sacadas de un libro de cuentos.
Y es que esta es la Navidad que yo siempre había soñado: ciudad, luces, nieve, Papá Noel, abetos, chocolates, velas….
Nunca he tenido Navidad como ahora entiendo la Navidad. Mi familia no es de reunirse, celebrar, adornar ni festejar. Por lo que las navidades siempre han sido meros trámites.
Este momento era mágico. Íbamos embobados por las calles. Ni siquiera pensábamos en cenar. Cuando ya habíamos pasado varios restaurantes de Gamla Stan, pensamos que era el momento de preguntar por la cena. En todos los que entrábamos la palabra era FULL.
Cuando ya lo dábamos por perdido, en Västerlanggatan, encontramos el Glenfiddich Warehouse, donde nos ofrecían una mesa. Menú de Nochevieja, tres veces más caro que en España. No nos estábamos gastando mucho en comidas, así que entraba en presupuesto. Adelante.
Menú de Nochevieja en Estocolmo
Entradas
- Velvety, accompanied by rosemary roasted ceps and a Wästerbotten cheese filled puff pastry. (Tostada acompañada de romero y un queso Wästerbotten lleno de pasta de hojaldre)
- Pickled Baltic-herring. (Escabeche de arenque del Báltico)
- Laxtartar toppad med räkor och en bakad dillcrème toppad med löjrom. (Tarta de salmón cubierto con camarones y una crema de eneldo al horno con huevas)
- Vildsvinsterrin Späckad med kastanj och smak av gin. Serveras med hembakat kummintunnbröd och lingonsirap. (Terrina de jabalí repleto de castaño y el sabor de la ginebra. Se sirve con pan casero comino plana y el jarabe de arándano).
- Rökt Renhjärta I tunna skivor på en spröd sallad, rostad schalottenlök och äppeldressing med en ton av Glenfiddich Caoran. (Corazón de reno ahumado con rodajas finas en una ensalada fresca, tostada y chalotes salsa de manzana con un toque de Glenfiddich Caoran).
Primero
- Gösfilet. Halstrad, med en pikant rosmarin- och vitlöksdoftande grönsaksragu, potatisstomp samt friterad purjolök. (Filete de lucioperca a la plancha, con un guisado picante con vegelates de romero y el ajo con aroma, puré de patatas y puerro frito.
Champagne och ananas sorbet. (Sorbete de champán y piña)
Segundo
- Renytterfilet Grillad, med en mix av babyspenat och Karl Johansvamp, potatiskaka samt en rödvinsreduktion med inslag av svarta vinbär och kakao. (Solomillo de reno, a la plancha, con una mezcla de espinacas y setas y pastel de patata y una reducción de vino tinto con notas de grosella negra y cacao)
Postre
- Crème Brûlèe Med björnbär i stjärnanishonung. (Crème brûlée con moras, anís y miel)
- Cinnamon and cardamom flavoured compote. (Compota de canela y cardamomo)
- Sorbet Hallonsorbet med vit chokladmousse, pistageströssel och biscotti. (Sorbete de frambuesa con mousse de chocolate blanco, pistacho y galletas).
- Hembakad ostkaka. Smaksatt efter småländska traditioner. Serveras med hjortronzabaglione och hallonsås. (Pastel de queso hecho en casa con sabor a almendras. Servido con sabayón nube de bayas y salsa de frambuesas).
- Två sorters Tryffel En mörk whiskyspetsad. En ljus med mandel och smak av amaretto. (Dos tipos de trufas con whisky, almendras y el sabor de amaretto.
Bueníiisiiimooo. Estupendo menú. Excesivamente caro pero buenísimo. Además, aunque ya habíamos comido anteriormente platos suecos, tuvimos la oportunidad de probar otra vez esa mezcla de sabores tan original y que a mi me sigue dando mucho respeto.
Mientras cenábamos veíamos la calle, seguía nevando y la gente iba pasando de camino a la Ensenada Riddarfjärden, donde esa noche cambiaríamos de década.
La cena fue tranquila, muy tranquila y muy bien servida. Aprovechamos a “limar asperezas” agudizadas en este 2.010 y aunque me hubiera tomado un buen vino, fumado un cigarro y tomado una copa… no lo pude hacer. El alcohol en Estocolmo es prohibitivo y la Ley Antitabaco respetada. La gente salía con tranquilidad a la puerta a fumarse su cigarrillo.
A mí me gustó el sistema del alcohol a pesar de echar de menos tomarme una cañita.
Voy a aprovechar para comentarlo, deseando que aquí se pudiera establecer algo así para evitar el drama del alcoholismo que sufren muchas familias. Sólo las tiendas del monopolio estatal Systembolaget (literalmente ‘la compañía del sistema’) pueden vender alcohol de más de 3,5%. Cuentan con un estricto horario. En general, cierran a las seis de la tarde los días de diario (a veces algo más tarde los jueves y viernes) y a las tres de la tarde los sábados. Cierran hasta el siguiente lunes.
El sistema está pensado para controlar el abuso de alcohol. Además del horario limitado, los dependientes no venden alcohol a los clientes si piensan que ya se encuentran bajo la influencia de la bebida, si no pueden verificar su edad o si piensan que el cliente está comprando en nombre de terceros. Sólo los mayores de 20 años pueden comprar.
Una vez acabamos de cenar, cigarrito en la puerta y para Riddarfjärden. Maravilloso. Repito, un cuento de Navidad. De película. Una calles angostas, con esas luces, la nieve, la gente tan entusiasta de camino a la ensenada. Los edificios destacaban aún más su color, verdes, rojos, amarillos, con sus guirnaldas y sus candelabros en las ventanas.
La nieve no molesta, cae encima con una suavidad similar al algodón. Y me encanta pisar la nieve, nunca había pisado la nieve con tantas ganas, aunque hubiera un caminito limpio, yo iba por la nieve. Crash crash crash, me encantaba ese sonido de la bota sobre ese manto de nieve virgen.
Desde luego, voy a empezar a ver la nieve con otros ojos, recordando esa noche.
Caminamos del brazo, extasiados, como dos bobos. Ha sido un año duro y eso se nota.
Jose decía que se habían alineado los planetas y que era la conjunción perfecta. Y lo era. Llegar a la ensenada, dejar atrás Gamla Stan, ver Södermalm., Skeppsholmen… los barcos amarrados esperando las 00:00. Todo el mundo en la calle, cochecitos de bebés incluidos. Y allí en la Bahía del Mar Báltico, llegaron las 00:00. Los barcos hicieron sonar sus sirenas, y aunque el rito de las uvas es muy entrañable, el sonido de las sirenas de los barcos, seguidas de los fuegos artificales fue muy especial.
Los fuegos tampoco eran gran cosa después de ver la Nit del Foc, pero hacía tiempo que una situación no me resultaba emocionante, romántica, conmovedora, vistosa, apasionante, emotiva, sensacional.
En ese momento me olvidé del 18 de agosto, del 1 de septiembre, del 9 de octubre, del mes de noviembre, del de diciembre, de todo lo que se venía encima en este 2.011. Y pedí un solo deseo, que aglutina todos: tranquilidad.
Nos volvimos caminando al Hotel. Despacio, saboreando el momento como a nosotros nos gusta hacer. Viendo todo, apreciando los detalles y hablando. Llegamos a las 02:00, nos pillamos unas coca colas en el 7 Eleven, hielos en recepción y abrimos nuestra botellita de Ballantine’s. Dos cubatas recordando todo el día que habíamos pasado y pensando que aún nos quedaban 30 horas para aprovechar en Estocolmo.
Sábado, 01 de enero de 2011
Amanecer en otro país el día de Año Nuevo siempre me ha encantado. Sonará snob pero tod@s sueltan frikeces por las redes sociales, no voy a ser yo menos.
Madrugamos un poquito para aprovechar el día, hoy toca visitar el Ayuntamiento. Salimos del Hotel, ya como si conociéramos la ciudad perfectamente. Sin dudar Kungsgatan, Vasagatan y a la derecha. Como dijo don Pelayo, “adelante mi escudero que mi caballo pie alla”.
Había nevado toda la noche y estaban las calles llenas de quitanieves. Enormes máquinas quitaban toda mi nieve y la tiraban al lago. ¡Desgraciados! ¡no veis que le estáis quitando todo el encanto!.
De camino hicimos una parada en la Cytiterminalen para coger los horarios del autobús de vuelta al aeropuerto y comprobar desde que zona salía. Allí pudimos ver los cuadriculados que son para todo, todo filas, todas en su sitio, cada autobús con una puerta de embarque propia, y sobre todo las consignas. Habría más de 500 consignas y ninguna rota. Los que soléis viajar en autobús, entenderéis porque lo digo.
Después de pagar dos euritos por un pis continuamos paseo.
(De verdad, si vais a Estocolmo id meados porque lo de los baños públicos es de escándalo. Y esa mañana prometía acudir más de una vez).
Seguimos caminando y como ya íbamos muy confiados, nos equivocamos de puente y acabamos en Gamla Stan. Allí de nuevo S.O.S. S.O.S.. un baño por favor. Qué le vamos a hacer, llevábamos ya muchos días malos y bastante estábamos aguantando. Pero ya seguir pagando como que no entraba en nuestros planes, así que nos metimos en una chocolatería estupenda, llena de cookies y muffis. La decoración era muy personal y todas las tazas estaban decoradas con dibujos navideños. Allí coincidimos un grupo de españoles y sigo diciendo que no estamos para sacarnos de casa. No me extraña que el PSOE de Asturias niegue la presencia de Ryanair en Asturias para evitar que llegue el turismo low cost y sobretodo para que los asturianos no salgan.
Si es que no deberían dejarnos salir a ninguno de España. Gritos, alboroto; y lo peor, cuando ya me tocan la moral. Me voy toda tranquila al baño y, ¿quién me aporrea la puerta nada más entrar?, una española. Al grito de ¿está ocupado?!, pero ¿será idiota?, ¿quién te va a entender?. Ains que todavía estamos en la época de los baños en Palomeras….
Aunque el sitio era bonito, era un poco incómodo por pequeño y concurrido, así que repuestos salimos hacía Kungsholmen, una isla que está sobre el Lago Mälaren, y donde se encuentra la gran mole de ladrillo que es el Ayuntamiento, el Stadshuset.
No paraba de nevar, una tormenta que había que no pudieras apenas ver delante de ti.
El Ayuntamiento es tremendo, llama mucho la atención su impresionante arquitectura y decoración, aunque estéticamente, para mí no es nada agradable. Podría decirse que es uno de los principales ejemplos de edificación en estilo nacional-romántico. Diseñado por el arquitecto Ragnar Östberg, se inauguró en la víspera de San Juan en 1923. Dicen que su estructura la forman ocho millones de ladrillos y tiene una torre de 106 metros donde en la parte más alta se puede ver el escudo de armas nacional sueco con tres coronas.
Desde la torre se debe ver una panorámica de la ciudad impresionante, pero sólo está abierta en primavera y verano.
En la llamada Sala Azul se celebra el banquete del Premio Novel, que lo llaman Nobelfesten. Decidimos no entrar porque la verdad, tampoco nos interesaba mucho. Parece que hay una sala que se llama Sala de Oro, que tiene las paredes decoradas con mosaicos de oro, y que es donde luego se van a echar los bailes los premiados y los reyes y el resto de cortesanos.
Estuvimos todo el tiempo esa tormenta de nieve espectacular. En el patio del Ayuntamiento están dos esculturas de Carl Eldh, The Dance, justo en la orilla del lago Mälaren, con unas vistas de Söder espectaculares.
Desde allí también se puede ver el palacio Kristineber, los edificios art deco del centro de la isla, y los primeros apartamentos ultra funcionalistas, que maximizan la utilidad de muy pocos metros cuadrados.
Ya era la hora de comer, toca Macdonals en la habitación y una buena siesta. Hace un frío que pela y apetece.
Ya entrada la tarde, y por supuesto, con la oscuridad de la noche encima, nos dimos un paseo por toda la calle Kungsgatan, dirección Skeppsholmen. Paseamos hasta Stureplan, nombre de una plaza y un barrio en el centro de Estocolmo, entre Norrmalm y Östermalm. Es la zona de diversión de la Jet de Estocolmo, restaurantes caros, discotecas y tiendas exclusivas. Por allí es por donde van de marcha los jóvenes de clase alta, famosos, y los hijos de la del rey Gustavo.
Skeppsholmen es una pequeña isla, entre Stadsholmen y Djurgarden. Alli se encuentran museos recomendables como el Moderna o el Arkitekturmuseet.
Pudimos ver de cerca el barco Af Chapman. Yo pensaba que era un barco de vela y punto. Pero luego me enteré que es un albergue. Lo ponen como el más famoso albergue de Europa y probablemente del resto del mundo.
Era noche cerrada y en ningún momento tuve sensación de inseguridad en aquella isla que era todo parque.
Finalizado el paseo nos dirigimos a Gamla Stan (como no) a tomar un chocolate y un pastel atravesando la calle Strömkaken y cruzando el puente Strómbron.
Nos fuimos a una coqueta chocolatería de la calle principal y como ya dominábamos el inglés pedimos un buen chocolate con un delicioso pastel de chocolate. La chocolatería era pequeña, y como eran las nueve de la noche sólo estábamos nosotros, unos franceses y unos italianos…. Qué raro ¿verdad?. A los franceses les entretuvimos un rato porque nos sentamos en un reservado que parecía una pequeña capilla con un arbolito de navidad, y allí comenzamos a intentar hacernos fotos con el automático de la cámara.
Patéticos jajajajaja, casi tiramos la mesa, el chocolate, las sillas. Pero al final conseguimos hacer la tan ansiada foto y tres o cuatro off record.
La última noche en Estocolmo. Volvimos al hotel caminando muy despacito y pisando mucho la nieve, aún recuerdo la sensación en las botas, el sonido y el olor de esas calles. Me encantó. Me gustó tanto que todos los días lo recuerdo como algo muy especial e inolvidable.
Nos despedimos de las luces, de Gamla Stan, de las de Drottninggatan y llegamos al Hotel. Pero no podíamos entrar todavía. Era imposible.
Nos dedicamos a pasear por las calles cercanas a Kungsgatan. Me encantan las tiendas suecas.
Si es que IKEA es mi segunda casa, y Oomuombo, Ordning&Reda…. Algunos bares tenían hilo musical a la calle, en uno escuchamos “Por Elisa” de Sergio Dalma. Pero nuestra sorpresa sería cuando al doblar una esquina comenzamos a escuchar a Glenn Miller. In the Mood, Pensilvania 6-5000, Chattanooga Choo Choo…. En un principio no sabíamos de donde salía esa música, mirábamos a todas partes porque queríamos entrar donde fuera, sería un cierre de viaje estupendo ¡con una Big Band!!.
La música provenía de un piso donde había una fiesta, lógicamente privada. ¡Qué envidia!. Siempre que querido hacer una fiesta con temática de los años 30-40, Benny Goodman, Tommy Dorsey, Artie Shaw y como no Miller. Recordar a Lana Turner, Spenser Tracy, James Stewart, Robert Taylor, Clark Gable, Katharine Hepburn, Joan Crawford, todo un gusto.
Regresamos al hotel pensando en la organización de esa fiesta. Aunque me conformo con un baile de Fin de Año con Big Band. No podíamos retrasarlo más. Visita al Seven Up, cocacolas y a terminar nuestro Ballantine’s.
Me senté junto a la ventana y si cierro los ojos aún veo cada detalle de aquellos edificios, de la plaza, de las luces, las estrellas y el vaho de la respiración de la gente que tranquilamente cruzaban la calle.
Última noche.
Domingo 2 de Enero de 2011 - Últimas horas
09:00 horas. Nueve horas y media para cerrar una etapa a 3.163 kilómetros de casa.
Desayuno lento, como si nuestra lentitud fuera la del tiempo. El tiempo corre igual aunque intentemos pararlo. Miré todos los detalles de ese hotel. Lo tengo en la memoria para siempre.
Fuimos a pagar. Recogimos el equipaje y salimos a la calle. Qué bonita estaba la plaza, era domingo y estaba llena de vendedores de antigüedades, o de gente que llega a vender las cosas que ya no quiere en su casa, de segunda mano. La gente viene a comprar unos accesorios con toque antiguo para mezclarlos en su casa con sus muebles modernistas de diseño sueco, funcionalistas pero minimalistas. Allí encontramos un libro infantil de editado en 1.945 para Carolina. Que creo que como no venga a recogerlo me lo voy a quedar (;-)) Cuántos niños desde entonces habrán cogido ese libro y leído las aventuras de sus personajes…
Caminamos Kungsgatan, ya en sentido contrario hasta la Cytiterminalen. Pasamos por delante del Ice Bar y qué penita… me tomaría gustosa otro cóctel de Absolut.
Dejamos las maletas en la consigna y nos fuimos a hacer unas compras. ¿A dónde vamos?, sin dudarlo, al mismo sitio de siempre. Ya me despedí de noche pero quiero despedirme de día.
Teníamos pensado ir al Museo Vasa, pero la verdad, ver un barco tampoco nos emocionaba, así que de tiendecitas a Gamla Stan.
Allí compramos unos recuerdos, los de siempre: camisetas, renos, imanes y como no, un dibujo para colgar en lo que he dado en llamar “mi pasillo de los viajes”. Estaban todas las tiendas llenas de muñecas de Pippi Calzaslargas. Si llego saber que eran los dibujos infantiles preferidos de mi amigo Màxim, le hubiera comprado una.
Y ya se acabó, a las 14:00 horas había que coger el autobús que nos llevara al aeropuerto de Skavsta. Hicimos multitud de fotos, grabamos como si no fueramos a ver nunca más todo nuestro alrededor, un abrazo, un beso y a coger el autobús.
Allí en la estación hablamos poco, directamente al autobús que a su hora en punto arrancó.
Sólo queda decir QUE BONITA CIUDAD.
En el trayecto Estocolmo-Skavsta seguimos bastante callados, grabando el paisaje. Campos nevados, enormes, con grandes casas con fachadas rojas. Abetos y más abetos.
Cuando llegamos al aeropuerto, nos tocó esperar bastante hasta que se abrieron las puertas. Luego nos pusimos a comer y ehhhhh!!!! ¿Quiénes estaban en la barra hinchándose a cerveza y con un taburete en medio que los separaba?.
Quiénes iban a ser…. Los dos amantes!! Ella esta vez llevaba el mismo vaquero ajustado con botas altas de tacón puteril y una camiseta negra con arañazos como si la hubiera atacado Currupipi en un acceso de pasión.
Allí estaban, hinchándose a cervezas como os he dicho, y ella cada dos por tres acercándose a la zona de fumadores.
Allí coincidimos en uno de nuestras visitas al lugar.
Me apetecía preguntarle ¿qué? ¿de finde eh? ¿el viejo bien verdad?. Qué cosas…
Y seguro que su marido estaba en el Flowers, porque a ese tipo de mujeres le pega un cliente de Flowers.
El avión sufría retraso. En Barajas había problemas con el tráfico aéreo. Una hora de retraso, 19:30 horas. Pensé en César Cabo. Siempre que pienso en los controladores prefiero que se me venga él a la cabeza que su compañera de Baleares, al menos me provoca una sonrisa de "satisfacción".
La mujer en la fila y dos personas por detrás estaba él. Me encantaría saber la historia de esos dos “enamorados” que se van a escondidas a Estocolmo.
19:45, el comandante Marcos Martínez de Irujo, despega el avión. Viaje rápido, con vistas nocturnas de la vieja europa, sueño y a pesar de la tristeza por no poder permanece un poco más alejados del día a día, en la mente sólo un pensamiento: ver a Little.
23:35, aeropuerto de Barajas a coger el metro y a nuestra casita. Habíamos comenzado 2.011 muy lejos y espero poder acabarlo también muy lejos.
Pues este ha sido nuestro viaje a Estocolmo. Por todo será inolvidable. Como os decía, no era el mejor momento, tiempo, período, ocasión, situación, ni la mejor época, etapa, circunstancia. Pero era la única oportunidad.