jueves, 10 de marzo de 2011

Carta a Sofía

Querida Sofía,

Hoy te has ido y me has dejado muy sola rodeada de gente. Te fuiste como siempre has sido, silenciosa, sin que nadie supiera que habías pasado por aquí. Te has ido y dejado a Olga sóla… a tus abuelos, papás y hermanito muy tristes. Porque para nosotros eras una personita dentro de un cuerpo de perro.

He estado contigo es tus últimos días de juegos y me queda recordarte en esos días de carreras y juegos con la pelotina. ¿Te has llevado contigo la pelonita?. Tuvimos tiempo para hablar y pude pedirte perdón por estar lejos de ti tanto tiempo. Cuánto lamento este último año y medio sin ti. Lamento que Little no te disfrutara.

Recuerdo cuando llegaste a Madrid. Con tus patitas peladas de las vías, recién recuperada de la parvovirosis. Jose entró por la puerta y dijo: “¿esta es Sofía?” y ya te acercaste moviendo el rabito. A partir de ahí cambiaste nuestras vidas. Porque hasta ese momento no teníamos nada que nos uniera lo suficiente para luchar juntos, eran malos momentos.

Y yo siempre lo dije, Sofía nos uniste de una forma muy especial. Tenemos tantos recuerdos tuyos, que se nos está haciendo muy duro superar que ya no vas a volver a casa.

Eran momentos de una soledad extrema. Todos los fines de semana nos quedábamos solas y paseábamos. Lo recuerdo como si hubiera sido ayer. Ahora resulta que a Jose le encanta pasear… a buenas horas ¿verdad?. Pero tú y yo nos lo montábamos bien. Cuánto me has ayudado, me has lamido las lágrimas de esa soledad. Y ahora ¿qué?. Ahora que vuelvo a estar sola, ¿qué hago Sofi?. No me puedo creer que ya no iremos más al Juancar, que ya no pisarás más tu Calle Treviño.

Si algo me hace sonreír en estos momentos es recordar cuando me iba a trabajar y te quedabas en casa con Jose. No fallaba, comenzaban a llegar a mi email fotos y montajes vuestros haciendo el tonto. Las tengo que buscar.

Recuerdas la rabia que le daba a papá que yo pusiera tu voz y encima en asturiano… jajajajaja…. ¡Ay! como me aprovechaba de esas voces para lanzar indirectas y pinchar un poco cuando algo me molestaba.

Y aquella cama, que hacía aquel ruido infernal, y tú venga a saltar encima.

Anda que no has roto cosas. Tu puñetera ansiedad por separación, que te volvía loca. Me hacías ir a casa todos los días en una hora desde el trabajo, comiendo un sándwich por la calle para estar contigo media horita de nada. Pero lo hacía con gusto. Tengo anécdotas para aburrir: rompiste mis zapatos el mismo día que los compré, te comiste las entradas del Canto del Loco, moviste el sofá a la puerta y casi tengo que llamar a los bomberos, ¿y cuándo saltaste de aquel primer piso en Azca?. Qué miedo pasamos por ti. Nos has hecho algunas muy gordas. Perdonadas ya pero inolvidables.

Hemos decidido que nunca más iremos a la Pedriza. Porque solo nos recordará a ti, y sin ti tampoco será tan bonito el sitio. Y es que nos encantaba llevarte con nosotros y que armaras alguna. Lo de mear en el nacimiento del Guadalquivir quedará en secreto.

Vuelven a ser Fallas. Sé que te gustaron. Aunque la mascletà todavía resonará en tus oídos. Este año queríamos llevar a Little. Ahora ya no lo sé porque no haremos más que recordarte paseando por el río y viendo la Falla Na Jordana. Sofía ¿por qué te has ido tan pronto perrita?. Habíamos quedado en repetir el viaje a Cazorla. Y aún nos quedaban tantos sitios.

No sé qué decirle a Little. No sé. Le diré que te has ido con Xirón y que ahora tú también eres una estrella. Tiene el cabecero de su cama llena de fotos tuyas. Y cuando compra un juguete siempre quiere comprar otro para ti, te quiere mucho Sofía. ¿Y que te puedo decir de Jose?. Lo estamos pasando muy mal. Me consta que todos los que te conocieron estarán un poco tristes, porque te hacías querer en todas partes.

Para mí lo peor son la noches. Cuando me meto en la cama y te escucho. Tu manía diaria, tu rutina: ir a la cocina, beber tres sorbos de agua, sacudirte y venir a mi cama a darme un beso. Y te escucho, tan cual. Y no sé durante cuánto tiempo lo escucharé.

Me siento tan orgullosa de ti. El peor momento que yo he pasado contigo fue cuando iba a nacer Little y querían separarme de ti. No sé fiaban de ti. Qué mal lo pasé. Pero yo sabía que tú me adorabas y que adorarías a mi hijo, como así ha sido. Hermana protectora. Has demostrado a todos que has sido la mejor con el niño y ahora me gustaría que alguien tuviera el valor de decir “me equivoqué contigo Sofía”, pero como eres un perro pues se quedará así. Y yo sufrí muchísimo pero sólo el que tiene un hermano de cuatro patas sabe de lo que hablo.

Cuando el otro día nos despedimos, estabas enfadada porque no te traíamos con nosotros. Por más besos que te di, no me devolviste ninguno. Sofía espero que se te haya pasado el enfado, que te encuentres con Xirón y no le hagas rabiar, y que podremos tener más perros pero tú siempre serás nuestra niña Sofina.

Adiós Sofía, joliminó jolijó.

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